sábado, 20 de diciembre de 2008

El ábaco

Esta semana ha estado tan llena de saraos que no he tenido tiempo de interesarme por nada. Visita al médico, tres conciertos, la presentación en Madrid del libro de mi buen amigo Manolo Cortés, una obra de teatro y las típicas/tópicas reuniones navideñas. Mi estómago está resentido con tanto comer, mi cabeza tiene todavía que asimilar los espectáculos de la semana, hacer balance de lo que me contaron en las comidas...

Pero ayer mi cuñada llamó para hablar de los regalos de Navidad de mis sobrinos. Mi hermana y yo nos encargamos todos los años de estas cosas. Siempre caen libros (deformación profesional) y esta vez, me han hecho un par de peticiones específicas. Mi sobrino y ahijado necesita un ábaco. Cuando me lo comentó, casi me da un pasmo. En resumen, parece que es muy útil para que los niños comiencen a hacer operaciones aritméticas sencillas y se enteren de cómo funciona.

Así, de golpe y porrazo, me encuentro que en la era de las telecomunicaciones, internet y todo esto, a los niños se les enseña a calcular con "tecnología punta" de hace unos cuantos milenios.

Teniendo en cuenta mi vida hasta aquí, no puedo dejar de sentirme feliz: ¿Para cuándo el
trivium y el quadrivium? Por supuesto que es una broma, pero me hubiera gustado disponer de uno cuando tenía 6 años... Quizá así no sería tan negada para las matemáticas, para decepción de mi padre (era matemático, claro) y escarnio por parte de mis hermanos.

En fin, mi vida se ha construido en la añoranza de lo que no pude hacer, porque me gustan las ciencias y la matemática es el
ábrete sésamo de cualquiera. La "cueva del tesoro" está cerrada a cal y canto para mí... Pero me consuelo con otros conocimientos que me hacen comprender la vida de otro modo. Está bien así.

Y claro, hay que buscar el artilugio. Esta mañana he ido a una feria de artesanía que se hace por estas fechas en Madrid, a ver si encontraba algún bonito y ligero ábaco para mi sobrino. Vana empresa. Alguno al que pregunté no tenía mucha idea de qué se trataba y tampoco tiempo para construirme uno. Sin embargo, vine con un par de cuencos de madera y otros utensilios para la cocina, por tanto no doy el viaje por perdido.

De repente, me encontré pensando que muchas cosas que usamos no se diferencian demasiado de lo que se usaba hace unos cientos o miles de años: platos y cuencos de madera, cubiertos de metal o de asta... Un ábaco. Tampoco somos muy distintos de los que poblaron estas tierras hace tanto tiempo, creo.

Tendré que seguir buscando antes de que se me eche el tiempo encima. ¡¡Mi reino por un... ábaco!!

viernes, 12 de diciembre de 2008

Sobre pintadas y demás

Esta semana, no me acuerdo del día, tomé el metro para ir a trabajar. En el vagón estaba pegado uno de los pasquines de libros a la calle, dedicado a un poema de Ángel González que me encanta.

Lo de poner fragmentos de literatura en el metro y el autobús creo que lo iniciaron en el Reino Unido, pero yo lo he visto también en Estocolmo. Aunque el formato en Madrid me parece más atractivo, pues acompaña al texto una imagen hecha por un ilustrador conocido.

A lo que iba. Tras leer de nuevo el trozo de poema, me dí cuenta de que alguien había pintado encima del dibujo, una estupenda caricatura del propio Ángel González caminando desnudo hacia no se sabe dónde. Como es fácil imaginar, al bueno del poeta le habían "plantado" un aparato genital masculino completo, bastante tosco y desproporcionado con la figura original. Me pareció una forma burda de fastidiar algo muy hermoso.

Llegué a mi trabajo y no le dí más vueltas, pero cuando regresé a mi casa, en otro vagón, de otra línea de metro, encontré el mismo poema... Esta vez le habían emborronado con rotulador dorado la zona de los glúteos, haciéndole una especie de calzoncillos de lamé.

No pude dejar de reírme, acordándome del contraste entre lo visto por la mañana y luego por la tarde; entre la grosería fálica y la pudibundez estúpida. ¿Todavía tenemos miedo de la representación estética del desnudo? ¿Todavía necesitamos "añadir" lo que sabemos que está, o taparlo?

Junto a esto, leí el martes en el blog de Bruno Medina que una "grafitera" lleva más de 40 días encarcelada en una prisión de S
ão Paulo.

Hace unos meses quizá, la Bienal de arte de esa ciudad presentó un espacio enorme, pintado de blanco,
vacío. A los pocos días, una banda de "grafiteros" entraron allí y se pusieron a pintarlo todo. Evidentemente, uno de ellos es esta joven. Al parecer les han enjuiciado por atentar contra un establecimiento público.

No me interesa entrar en si es o no desproporcionado el castigo, ni poner en solfa leyes que no conozco, pero sí quiero lanzar alguna preguntilla al aire: ¿Los "grafitti" son arte? ¿Las firmas con rotulador o spray son arte? ¿Lo es un espacio blanco y vacío?

Esto me recuerda, claro está, aquella estupenda obra de teatro de Yasmina Reza que se llama, cómo no, ARTE.

PS: Escribiendo sobre ilustradores, le han dado el premio Quevedos a
un estupendo dibujante brasileño, Ziraldo.

martes, 2 de diciembre de 2008

Listas

No sé si alguien ha leído High fidelity, de Nick Hornby. Me divirtió mucho, como también lo pasé estupendamente con la película que se hizo sobre la novela. Recuerdo esa obsesión por hacer listas que tiene el protagonista y las músicas que llenan tanto el libro como la película (con cameo incluido de Bruce Springsteen).

Listas: no sé si alguien se ha parado a pensar en que nos pasamos la vida haciendo listas, clasificaciones, ordenando... Dando sentido a la vida.
Los bibliotecarios nos servimos de listas casi para todo, y no digamos aquellos que han hecho la carrera de Historia: la lista de los Reyes godos, de los emperadores romanos, las siete maravillas, etc. Vamos, me toca por todas partes.

Hace unos meses, un amigo me pidió que hiciera una lista de obras de literatura española. Imaginad, lo que
yo considero que se debe leer. Me dió más de un quebradero de cabeza (¿cómo no poner esto o aquello?), y lo dejé en una cincuentena, no sólo por esa responsabilidad de seleccionar algo así como un canon, sino porque sabía que iba a comprarlas de un tirón para hacer su biblioteca de literatura española. Quité el Quijote, el Lazarillo y algún otro porque ya los había leído... ¡Y me regañó porque me había quedado corta para lo que él quería! Por cierto, que decidí pasar bastante de lo que está establecido como imprescindible, e hice una lista arbitraria a más no poder, fundamentalmente con lo que me ha ido gustando, aparte de un poquito de variedad cronológica y de género (literario).

Voy a hacer un ejercicio como el protagonista de High Fidelity y escribo una lista de los libros que he leído este año. Habitualmente leo una docena, más o menos. Reconozco que no es mucho (bueno, en España sí es bastante), pero mi espalda está resentida y no me compensa el peso para los 20-40 minutos que le puedo dedicar entre ir de casa al trabajo y viceversa. Además, yo necesito algo parecido a la concentración para leer a gusto.

Ahí va la lista:
Windladh, Lisa. Segura y sabrosa. Un libro sobre comida en Suecia, con recetas.
Grimod de la Reynière, B.A. Manual de anfitriones y guía de golosos. Una recopilación de artículos gastronómicos de un francés que vivió entre finales del siglo XVIII y el XIX.
Savage, Sam. Firmin. Una novelita sobre una rata bibliófaga y algo más...
Lemebel, Pedro. Tengo miedo torero. Una novela ambientada en el Chile de Pinochet.
Aregue, Gonzalo. Los ratones ciegos. Otra novela ambientada en Hispanoamérica y España.
Hornby, Nick. Fever pitch. Un casi ensayo sobre el fútbol inglés hasta 1992.
Anónimo. Libro de Sent Soví. Un recetario catalán de cocina de la Edad Media.
Bennet, Alan. The uncommon reader. Una novelita que ya recomendé en otra entrada.
Ben Jelloun, Tahar. Partir. Una novela dura, pero interesante, sobre la inmigración marroquí a España.
Naudé, Gabriel. Recomendaciones para crear una biblioteca. Es un clásico del siglo XVII, y la edición que estoy manejando es estupenda.

Como se puede apreciar, me gusta leer sobre cocina, algunos clásicos y a Nick Hornby. Algún libro está pendiente de terminar, como un tratado de cocina del Renacimiento (otro clásico), un volumen estupendo de Peter Burke sobre el Renacimiento y un libro de Alain Mabanckou, Verre cassé.

Ninguno de los libros de este año me ha decepcionado, algunos me han gustado más y otros menos... Reconozco que la lectura de recetarios tal cual es bastante árida (¿qué diferencia un recetario de una guía de teléfonos? Mas bien poco, salvo que te permite soñar con guisos sabrosos), pero igualmente los recomiendo.

PS: El comentario de Magdalena tiene razón: se me ha olvidado el libro de Reynaud, Stéphane Cerdo e hijos. Un volumen sobre la vida de la gente que vive del ganado porcino en Francia. Muy ilustrado y con recetas sabrosas.