miércoles, 22 de abril de 2009

¿Efemérides? ¡¡Por supuesto!!

Con un poco de suerte, acabo este blogusino más allá de la medianoche... De todos modos, no creo que ninguno de los amigos (y sin embargo lectores) se levante de madrugada para leer lo nuevo que ha salido de mi cabeza.

Aviso de navegantes: me temo que el blogusino me va a salir bastante bibliotecario.

El caso es que mañana es 23 de abril y tenemos, que yo sepa, dos importantes efemérides que conmemorar: por una parte, el Día del Libro. Aunque no la veáis, mi mente está pensando en una bonita rosa para regalárosla. Lástima que he decidido desde el principio de mi periplo "blogueante" no incluir imágenes... Pero no voy a dejar de hacer lo que solía en mis felicitaciones, esto es, poner algún fragmento de poesía. Más que nada, para que algo leáis en el Día del Libro, que no se diga:

"... No os engañen las rosas, que a la aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,

se le cayeron del purpúreo seno;..."


Es parte de un conocido soneto de Góngora, muy obvio, por otra parte.


Os animo a leer algo, a ir a las bibliotecas (hay muchas actividades programadas), a comprar una rosa y un libro para quien queráis. Incluso, como decía José Martí (sí, el de Guantanamera), a cultivar una rosa blanca para el enemigo, igual que para el amigo.


Pero también hay otra efeméride: O Dia nacional do Choro, en conmemoración de cuando nació Pixinguinha. Desde que me enteré de esta curiosa circunstancia, no dejo de felicitar a mis amigos brasileños por tan importante día, y va sin broma.

Supe de este día nacional viendo Brasileirinho (2005), un magnífico documental de
Mika Kaurismäki (el hermano de Aki) sobre el choro. Sí, yo también me quedé sorprendida pensando qué demonios hace un finlandés en Brasil, filmando una peli sobre una música de allí. La respuesta está, creo, en los títulos de crédito. Por cierto que es reincidente, ya hizo otro documental anterior sobre música brasileña.

El caso es que estábamos mi hermana y yo viendo la peli, y como mucho diez personas más en la sala. Yo soy muy seria cuando voy a cualquier espectáculo y me fastidia bastante el ruido que hace la gente. Había una mujer joven detrás de nosotras, canturreando casi todo el rato... Me estaba poniendo de los nervios. Cuando se acercaba el final, donde tocan precisamente brasileirinho, la mujer ya cantaba abiertamente. Me dí la vuelta y ví que estaba llorando, con un ataque de saudade de los de libro. Ni que decir tiene que no le dije ni mú.


Y vamos con la parte bibliotecaria, que tiene relación con la música brasileña: navegando por internet me he encontrado esta fantástica página sobre la música popular brasileña: el dicionário Cravo Albin de música popular brasileira. En realidad es lo que técnicamente consideramos una biobibliografía: un compendio de autores con su biografía y obras.
No me he dedicado a explorar el sitio, pero tiene muy buena pinta, con mucha información, citas bibliográficas, etc. La parte de los enlaces es para asustarse, están "casi" todos los que son (curioso, no he encontrado la página de Caetano Veloso) y más. Pero lo que me interesa es la zona superior derecha. Como veis, dentro de los organismos patrocinadores están el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional. De Brasil, claro.

Bueno, pues no estoy segura de que haya alguna iniciativa así en España, de conservar y dar noticia de la gente que tiene un nombre en música popular (en contraposición a la clásica), desde Lola Flores a Agapito Marazuela o Los Secretos. Y esto lo escribo después de haber visitado la exposición sobre copla en nuestra Biblioteca Nacional, y que sigo recomendando.

A veces me da la impresión de que los países teóricamente en vías de desarrollo nos ganan por la mano en ciertas cosas, como esa base de datos o biblioteca de remedios ancestrales que se está montando en la India (accesible en internet, pero no me acuerdo de la dirección), para evitar que los avispados tipos de las farmacéuticas se los apropien, patentándolos.

Bueno, pues mi propósito se ha conseguido: ya es más de medianoche y os deseo un felicísimo día del Libro y del Choro.

viernes, 10 de abril de 2009

Reflexiones peliculeras

Aprovechando que esta semana casi vacacional no he tenido "actividades extraescolares", esto es, clases por la tarde, ocupé la tarde del miércoles en ir a la Filmoteca y verme de una tacada un par de películas que quería recordar:

La primera es una película de Fritz Lang del año 1921, Der müde Tod, que ví en un agosto caluroso en 1985 ó 1986 y me dejó impresionada. Más allá del romanticismo exagerado de la historia (una recién casada hace lo posible y lo imposible por recuperar a su marido muerto: la Muerte le propone diversas pruebas para liberarle) y del exotismo años 20 de algunas partes, me apetecía buscar por qué tenía aquel recuerdo. El personaje es la Muerte, claro. No la presenta como un ser sediento de sangre y vidas, sino agobiado por el peso de su "oficio". No en vano el título de la película traducido exactamente es la muerte cansada y el actor que la encarna me parece fantástico (ya sabéis, muerte en alemán es de género masculino). Por supuesto que al final solté la lagrimilla de rigor, pero así es la vida.

Todo está muy sobreactuado, pero el cine mudo es así. Para hacerlo más curioso, proyectaron la película con acompañamiento de piano, como se hacía en tiempos. Tiene su gracia...

La otra película que ví es La maladie de Sachs, (Michel Deville, 1999). Cuando la ví por vez primera, me gustó mucho. De hecho, me compré el libro de Martin Winckler sobre el que se basa, y creo que el libro es mejor, sólo porque desarrolla más los personajes. Ahora que la he vuelto a ver, he recordado la causa de mi interés: lo primero es la banda sonora, que se circunscribe casi exclusivamente a Les élements de Jean-Fery Rebel. Esta música forma parte de mi vida desde mediados de los 80, es alucinante y la recomiendo, aunque no sé si estará disponible alguna grabación (creo que había tres en el mercado). Lo segundo es el actor protagonista, Albert Dupontel, que me parece muy bueno. Por desgracia, las películas más modernas que le he visto me han parecido mediocres, ni él consigue levantarlas.

Ah, y también me ha dado tiempo para leer un libro que recomiendo vivamente: Bossa nova: la historia y las historias, de Ruy Castro (Turner, 2008). No he leído el original en portugués (Chega de saudade: a história e as histórias da Bossa Nova, Companhia das Letras, 1990), pero con lo tiquismiquis que soy para las traducciones (algún día escribiré sobre esto) ésta me parece estupenda. Me he divertido muchísimo, me reía a placer y he aprendido un montón de cosas que no sabía. Las 500 páginas de texto, sin los índices ni los anexos, me han durado desde el miércoles a media mañana (cuando lo saqué de la biblioteca pública) hasta ayer por la noche, jueves. Vale que está profusamente ilustrado con fotografías (la más bizarra, una de Chet Baker anunciando corbatas), pero...

Quizá me estoy preparando para el concierto que va a dar João Gilberto en Madrid, y quiero "ponerme en situación" con tiempo, aunque le tenía echado el ojo al libro desde que salió traducido. Esperemos que el buen señor no decida que el público madrileño es muy ruidoso (que lo es) y se vaya nada más empezar.

Hasta el próximo.

domingo, 5 de abril de 2009

Errático del todo

Pues como indica e título, hoy va a ser una especie de totum revolutum más desastre de lo normal (aunque he comprobado que la mayoría de mis blogusinos son circulares).

Mis reflexiones empiezan porque antier vinieron a cenar mi maestro y sin embargo amigo, y otro amigo y acompañante. Me había esmerado bastante en el condumio y surtió los efectos deseados, esto es, gran éxito de público y crítica.

Lo primero que hizo mi maestro, tras los protocolarios besos, fue preguntar qué se estaba oyendo. Tengo que explicar que le parece casi una aberración que me guste el gamelan javanés, aparte de las joticas y demás, y nunca deja de embromarme por ello. Claro que la anterior vez me encontró oyendo el primer disco de The Police y casi le da un ataque...

La cara que puso era un poema, el sábado, cuando le comenté que es el último disco de un japonés que hace (así me lo "vendió" el amigo que me pasó esta y otras músicas- incluyendo el gamelan) bossa nova.

Debe ser que lo de la bossa nova fue contagioso, porque al final estuvimos tomando sendas caipirinhas
(con su cachaça y su limão), que no me salieron del todo mal.

El tipo se llam Jun Miyake, el disco es curioso y se deja oír, aunque no podría decir si es bossa nova o simplemente un experimento variadito, pues hay colaboradores de medio mundo, entre ellos, sí, algún brasileño de campanillas. La última canción está, supongo, en japonés, y me recordó de inmediato la última película que he visto en la Filmoteca, quizá por la sonoridad:

In the mood for love, de Wong Kar Wai. Es del 2000. Realmente, le he ido cogiendo el punto con el tiempo, desde que la ví por vez primera. Me encanta esa forma de mezclar la música tradicional con una versión bizarrísima del cumpleaños feliz y a Nat King Cole cantando aquellos ojos verdes que yo nunca besarée, entre otras cosas. Me alucinan los trajes que lleva la protagonista, que le quedan como un guante (tiene un tipazo espectacular), con esas rajas a mitad de muslo y esos taconazos de aguja de quince centímetros, que no sé como se pueden aguantar en medio del monzón. Y también me gusta el argumento, o más bien, una sensación opresiva y agobiante que se trasmite de la relación entre los protagonistas, aunque no sé muy bien si es creíble tanto jugar al ratón y al gato. Bueno, qué demontre, es ficción...

No recordaba muchos detalles, entre ellos, lo mucho que se come...

Por cierto, la programación de la Filmoteca este mes es impresionante. Ya os puse en otro blogusino anterior la forma de descargarse el programa. Aprovechad...

Hoy he comido con una buenísima amiga, de las mejores personas que conozco y que me ha dado el título para un próximo blogusino: "si es que no tienen mentalidad".

Lo prometido es deuda.

jueves, 2 de abril de 2009

La sala de música

El pasado mes, cité una película de Satyajit Ray, Jalsaghar y su traducción es la que encabeza el blogusino de hoy. Es del año 1958, blanco y negro, en hindi (supongo) con algunas frases en inglés... Yo había visto alguna película de este director (El mundo de Apu, si no recuerdo mal) y me había impresionado mucho.

Ya os dije que tenía buena pinta, es decir, que la sinopsis que ponía en el programa de la Filmoteca avivó mi curiosidad. Fuí a verla la noche del martes.

Allí nos encontrábamos una buena porción de frikis, algún crítico de música, gente que se ha dedicado algo al cine... La historia cuenta la devoción del protagonista por la música clásica de la India en contraposición con "lo moderno", aparte de otras cosas. No os voy a desvelar toda la trama, aunque dejo caer que es un dramón en toda regla.

La música es excelsa: Begum Akhtar, Roshan Kumari, Waheed Khan, Bismillah Khan; Dakhshinamohan Thakur, Ashish Kumar, Robin Mazumdar e Imrat Khan. Al parecer, pudo contratar a los mejores exponentes de la música clásica del país. En los títulos de crédito traducidos, se dice que el autor de la banda sonora es Ravi Shankar (ése si es conocido, ¿no?), pero en la página web del director es otra persona.


Este amor de un terrateniente por la música, me recordó a una de las novelas más hermosas que he leído en los últimos veinte años: A suitable boy, publicada por Vikram Seth en 1993. Es también un dramón de 1500 páginas, donde aparece la música como... una banda sonora que acompaña toda la narración.

Aviso de navegantes: la traducción española no está acertada, pierde todo el encanto, pero se lee bien en inglés.

¡¡Atreveos a ver cine indio antiguo (no sólo Bollywood, por favor), a leer y a escuchar otras músicas!! Al principio puede resultar chocante, pero todo es pillarle el punto.