domingo, 27 de septiembre de 2009

cine, música, etc.

Aprovechando que la semana me ha dado una buena ración de actividades culturales, voy a comentaros alguna cosilla.

Ya os dije que había un ciclo de Jim Jarmusch en la Filmoteca; bueno, pues esta semana me fuí a ver un par de sus películas, una que decidí en su momento no ir a ver y otra que ví por la tele hace muchos, muchos años y que me sigue pareciendo divertidísima a ratos. Vamos con la primera:

Ghost dog se llama y cuenta sobre un tipo que sigue el código samurai. No tendría mayor interés si el protagonista no fuera negro como el tizón y se dedicara a hacer "trabajitos" para una banda de mafiosos de tres al cuarto. Bueno, eso fue lo que me echó para atrás cuando se proyectó en cines normales, pero esta vez decidí que iba a verla. Me encantó. Más allá de la historia, es alucinante lo mucho que hablan de libros, se ven textos escritos... Mi corazoncito bibliotecario se sintió muy reconfortado... Más incluso cuando ví que en los títulos de crédito señalaba con ficha editorial todos y cada uno de los libros que se citan en la película. Y en los agradecimientos, aparte de los escritores de esos libros y de Kurosawa (obvio), aparece ¡Miguel de Cervantes! Ah, la banda sonora es rap en parte, muy bien escogido. Me acordaba también de una película, π (Pi), bastante peculiar y con una banda sonora apabullante de Massive attack, creo.

Hay un detalle que aparece en casi todas las películas de este hombre y me maravilla: hay actores que hablan en su idioma materno (no inglés) y se incorpora al argumento de forma natural, no importando si los personajes se entienden bien o no. Lo que pasa en la vida, vamos... Nada que ver con una película de Manoel de Oliveira, Um filme falado, en la que cada actor (Malkovich, Deneuve, Sandrelli...) habla en su idioma materno y lo comentan, en plan qué cultos somos, todos nos entendemos. Hasta que Irene Papas se pone a hablar en griego y ya no hay por dónde cogerlo, claro. De todos modos, esa película me irritó profundamente, no sólo por el exceso de "cultura", sino por la tesis que presentaba. Eso sí, la Papas se marcaba una canción tradicional que me dejó muerta de emoción.

La otra película que vimos fue Night on Earth, una de taxistas en diversos lugares del mundo, en forma de episodios. Me divierte mucho, aunque el episodio de Helsinki es un poco deprimente, sobre todo después del de Roma, que es desopilante del todo. La música es de Tom Waits, estupenda, como siempre.

Leo Brouwer cumple 70 años y le están haciendo una serie de homenajes. El viernes, dirigiendo el propio Brouwer, se tocaron tres obras en el Auditorio, a cual más difícil de oír, sobre todo porque el concierto era gratis (con invitación) y el público no era el habitual. Una señora con poca sensibilidad y menos educación nos fastidió el único silencio de toda la orquesta (en la primera obra) con el crujir de un celofán, que estuvo manoseando durante varios minutos, pasando olímpicamente de las miradas incendiarias que le dirigíamos unos cuantos. Como se fue en el intermedio, no pude hacerle un leve comentario...

Pero yo escribía porque se tocó un concierto para guitarra en memoria de Toru Takemitsu, uno de mis favoritos "modernos". El guitarrista me sorprendió mucho, se llama Ricardo Gallén, me parece muy bueno. Seguidle la pista...

Por alusiones: Cefaleas me mandó un comentario sobre la postura de Cohen; luego se comprobó que no sólo le sentaban mal los torreznos del bar, sino que en Valencia fue peor... Por cierto, que ha cambiado la dirección de su blog y ya está actualizado en mi lista los que sigo.

A mi dilectísimo Josquin, no entiendo cómo te puede parecer vulgar que vaya a un concierto de "música popular", cuando me has oído cantar Dime que me quieres sin ningún rebozo... Hay que saber estar tanto al turco clásico/gamelán javanés/madrigal renacentista, como a Cohen, o (mi última adquisición musical) X+2...

domingo, 13 de septiembre de 2009

Semana vacacional intrascendente

Pues eso, en esta semana vacacional me he dedicado a lo que dije en el anterior blogusino: pasear (poco) retomar mis actividades extraescolares, dedicarme al marujeo, cocinar (poco también)...

Este sábado vino el gran Cefaleas con su chica, y allá que nos fuimos los tres en amor y compañía al concierto de Leonard Cohen. Llevábamos tiempo con las entradas compradas y después de la cancelación de João Gilberto necesitaba un baño de vieja gloria, letras con sentido y sensación nostálgica. [Esto me recuerda que quizá el mes pasado oí, en el gran almacén que estáis pensando, una de las versiones más horrendas que he escuchado nunca de aguas de março, en español. Me tuve que ir de allí, no podía soportarlo].

Reconozco que le tengo poco pillado el punto al viejete canadiense, esto es, igual que los Beatles, no tengo ni un solo disco suyo ni en cd ni en vinilo. Pero he oído lo suficiente como para saberme bastante de lo que dió ayer. No voy a hacer comentario de lo que me pareció, a la espera de comprobar si lo que yo percibí es lo mismo que quienes se presume tienen conocimiento, en los periódicos.

Lo bueno, el tipo y la banda estuvieron tres horitas más o menos, con sus veinte minutillos de descanso, lo que le honra. Estoy cansada de gastarme una pasta por una horita, a lo sumo hora y media de música, sobre todo en según qué cosas.

Los músicos todos muy profesionales y destaco a la primera corista, que no lo era realmente y tenía una voz preciosa. Que alguien me explique por qué Cohen se pasó casi más tiempo de rodillas en el escenario que de pie, no logro entenderlo por muchas cábalas que haga.

Fuera de eso, fin de semana de comilonas varias, desayunos pantagruélicos, visitas a un par de librerías en donde he comprado tres libritos variados. Si me los leo antes de fin de año, los veréis en la lista de lecturas de diciembre.

Intrascendente del todo. Me parece que estoy derivando mis blogusinos a la típica relación de lo que he hecho, sin maldito análisis ni nada de nada.

Las vacaciones me sientan mal...

lunes, 7 de septiembre de 2009

Cosas que hacer en Madrid cuando estás...

... de vacaciones:

Pues sí, esto es lo que hay, tengo unos días de vacaciones y no me voy a mover de acá. Me dió el agobión de "unas vacaciones sin salir de casa, ¡¡anatema!!" como una semana antes. Pensé en darme unos barros en un balneario, que me mimaran (necesito mimos... Siempre necesito mimos, ¿quién no?)... Luego pensé en las duchas escocesas y en los pediluvios, ese invento digno del marqués de Sade, y decidí que esta vez no.

Un amigo me sugirió irme a Madeira, diciendo que si era el paraíso en la Tierra y blablabla. La verdad es que hace tiempo ví un documental en la tele y parecía un lugar maravilloso, por no hablar del vino. Ya me veía yo cargada de botellas para parientes y amigos...

Toda decidida, me compré una guía y un librillo de conversación para intentar entender lo que dicen y pedir lo básico. Algo que me sorprendió es que la pronunciación la transcriben no en lenguaje fonético, sino usando la grafía normal de las palabras. Yo que esperaba ver esos graciosos signitos que están al lado de las palabras en el diccionario de inglés (si es bueno), y que ya me he acostumbrado a descifrar (la culpa la tiene mi primer profesor de inglés serio que tuve, a los 8 años, empeñado en que todos aprendiéramos los signos fonéticos). Pero estoy divagando...

Creo que ya he comentado alguna vez que mi portugués es inexistente, aunque de broma lo hable con un par de amigos brasileños, siempre con alguna copa ingerida (es alucinante lo fluido que sale cualquier idioma con una adecuada dosis de vinazo). La clave es imitar el habla (para los españoles es más fácil la de Brasil que la de Portugal) y sólo usar palabras que suenen suficientemente antiguas para que ambos idiomas las tengan; y estar de broma... Si te tomas en serio es imposible.
Precisamente, uno de estos amigos brasileños es el que me recomendaba Madeira "para mejorar mi portugués".

Pues bien, cuando me disponía a ver precios y demás, me dí cuenta de que el paraíso terrenal está fuera de mi presupuesto, por ahora. Y que no me siento a gusto sin saber el idioma del sitio al que voy; así que lo he dejado por el momento.

De ahí el título del blogusino de hoy, parafraseando el título de una película que no ví. A propósito: ¿Por qué hubo una época en que los títulos de las películas eran casi tan largos como el argumento?... Bueeno, como el título de cierto segundo volumen de cierta trilogía cuya traducción literal tiene seis palabras y han puesto una especie de testamento. [Es una maldad, lo sé].

En fin, que voy a aprovechar para irme a la Filmoteca: Este mes dan dos ciclos de no perderse, uno de Jim Jarmusch y otro de Mankievicz (o como se escriba). Ya he ido a ver algunas de las de Jarmusch, pues no le tengo tan presente como Julius Caesar o El fantasma y la Sra. Muir o All about Eve, que tampoco me voy a perder ni por casualidad.

Pero de Jarmusch me gusta su blanco y negro y las bandas sonoras, aparte de las cosas que cuenta en cada película, claro. La útima que he ido a ver suya es Dead Man, una del oeste. Creía que no iba a ser tan sórdida, pero es algo que percibes con nitidez cuando vuelves a casa, menos mientras la ves. Y la banda sonora es un puro guitarrazo de Neil Young (yo iba sobre todo a escuchar qué había hecho), tan descarnado como lo que te cuenta.

Leyendo las notas de la programación me enteré de que Jarmusch empezó su carrera artística como poeta. Así no me extraña que, al menos en dos de las tres películas que he visto en días consecutivos, se recitaban diversos fragmentos de poemas, de William Blake a Walt Whitman. No sé si es el puntillo pedante, que en realidad para él tiene sentido en sus películas... Pero me gusta.

También aprovecharé para pasear, para ver exposiciones, para organizar un poco mi caótica vida antes del verdadero inicio de curso.

Ya, debería escribir un poco más, ¿no?