jueves, 13 de mayo de 2010

A toro pasado

Por desgracia, llevo una temporada con blogusinos de lo más militante, pero es que la situación es complicada.

Como he dicho, a toro pasado voy a hablar de la bajada de categoría administrativa de la Biblioteca Nacional. Hay un montón de sitios en internet y comentarios de personas mucho más preparadas que yo que han dado su opinión sobre este asunto, pero yo voy a decir alguna cosa...


Hay tres instituciones culturales de las que España debería sentirse orgullosísima y proteger y potenciar por encima de todo, pues son nuestro escaparate cultural hacia el exterior: La Biblioteca Nacional, el Museo del Prado y la Real Academia de la Lengua. Todas ellas deberían tener un estatuto de organismo autónomo que las liberase de estas mezquindades. Sí, en teoría lo tienen... Ya se ve para lo que ha servido. Ya es bastante que las bibliotecas (y la Nacional no es una excepción) sean las primeras sobre las que se aplican criterios de restricción económica, y sean las que pagan el famoso canon de pago por una labor cultural que debería no estar penalizada.


Me parece bastante horrendo que se considere que la Biblioteca Nacional tiene un rango administrativo que puede subir y bajar al albur de la situación política. Esto tiene un coste en prestigio ante otras entidades iguales en Europa y el resto del mundo y en capacidad de maniobra para poner en práctica políticas bibliotecarias de colaboración con otras de su mismo rango como en su condición de cabeza del sistema español de bibliotecas.


Me entretuve un buen rato mirando los comentarios que se escribían en los periódicos digitales y me dió una pena enorme: muchos pensaban que la dimisión de la Directora era una especie de rabieta de niña malcriada porque le quitan la canonjía... Todavía no somos capaces de hacerle entender a la sociedad que nuestra profesión merece que la entidad que nos representa, de algún modo, tenga la máxima calificación y sea dirigido por alguien de la profesión.


Ahora que se había conseguido que fuera una bibliotecaria de profesión sobre quien recayera el cargo de directora, alguien con un criterio técnico (malo o bueno, ahí no entro) sobre lo que debe ser una Biblioteca Nacional...
Porque historiadores, poetas y literatos, editores; todos ellos (y menciono porque el cargo de director de la BN lo han ostentado personas con esos perfiles profesionales) tienen una relación de "amateur" con las bibliotecas. De los problemas reales de gestión de una organización tal, no creo que tuvieran mucha noción antes de aterrizar en el despacho.

En España estamos acostumbrados a que en centros de Documentación y Bibliotecas, sobre todo en la Administración, el puesto directivo sea ocupado por personas sin formación específica en Biblioteconomía, así que a veces es difícil que comprendan algunas circunstancias del oficio. Algunos tienen mayor voluntad para comprender cómo es el trabajo, otros menos.


Tener como Directora de la Biblioteca Nacional a una profesional podría servir como ejemplo de lo que debería ser en todas la bibliotecas, si la percepción general en España no fuera que es el lugar perfecto para "colocar" a incapaces o a paniaguados, o las dos cosas a la vez.


Y me parece, por último, que la anunciada dimisión de la Directora de la Biblioteca Nacional, tras la bajada de categoría de la institución, fue una llamada de atención sobre el respeto que merece la profesión de bibliotecario, ítem más que parece le habían prometido un puesto con similar remuneración o cosa así.