domingo, 11 de septiembre de 2011

Educación y otras habilidades

Como viene siendo habitual, comento alguna cosilla que he encontrado interesante días pasados.

Hoy mi blogusino versará sobre un estudio que se ha hecho en España sobre diferencias cognitivas en niños y adolescentes según el nivel socioeconómico y de estudios de sus padres, así como el tipo de colegio al que asisten. Salía la noticia en un periódico de tirada nacional, con uno de esos titulares llamativos...

Por lo visto, el estudio, publicado en inglés en una revista de psicología, ha encontrado significativo que los niños con padres de nivel de estudios y ocupación laboral más alta, suelen tener habilidades cognitivas mayores.

Pues, la verdad, no veo para qué hacer alharacas, a menos que sea la constatación de una hipótesis previa... Si pensamos un poco, lo sorpendente sería lo contrario. Me explico:

Los progenitores con mayor nivel sociocultural deberían tener un registro verbal más amplio, con mayor dominio de la lengua hablada y escrita, y una capacidad de razonamiento y expresión compleja más refinada. Si en el entorno familiar se habla con riqueza o con un determinado tipo de vocabulario, lo más normal es que la expresión verbal de la progenie sea también así.

Pongo un par de ejemplos: una tía mía, hace bastante tiempo, me comentaba de la riqueza de vocabulario de su nieto, que tendría unos 8 años por entonces, y se sorprendía. Yo le contesté que no había razón para la sorpresa, porque tanto sus padres como sus abuelos son gente con educación superior que hablan correctamente y elaboran su discurso con una cierta complejidad, así que la exposición es continua.

Por otra parte, unos amigos de mi hermano, también de nivel sociocultural alto, se encontraron con que su hijo empezó a usar un vocabulario completamente desconocido para ellos: el mayor tiempo de conviencia cotidiana lo tenía con su cuidadora, hispanoamericana, que le hablaba con el vocabulario habitual en su país.

Las habilidades verbales es más fácil que se contagien de este modo, así como la elaboración compleja de razonamiento, o al menos eso me parece. Lo veo más complicado en el caso de las habilidades referentes al cálculo y las operaciones lógico-matemáticas. Ahí también creo que lo normal sería que los padres con un nivel sociocultural más alto, tengan más interés en fomentar y reforzar el aprendizaje de estas habilidades.

El tercer punto que los investigadores constatan (aunque no es concluyente) es que los alumnos de colegio privado tienen mayores habilidades cognitivas que los de colegio público. En relación con este punto, yo encuentro un pequeño gran problema que no he conseguido dilucidar de la lectura atenta del artículo de marras (el que originó la noticia, no el del periódico).

A diferencia de los datos recogidos sobre el nivel sociocultural de los progenitores, por lo que he podido leer en cuanto a los colegios sólo se muestra que sean públicos o privados. No señalan el número de alumnos por aula, instalaciones mínimas del colegio, etc.

Puedo estar equivocada, pero el número de alumnos por aula es importante para el estímulo que puede dar el profesor a cada alumno, así como un elemento que no me parece haber visto señalado y considero fundamental: en los colegios privados el nivel sociocultural del alumnado (y de sus padres) es más homogéneo y habitualmente alto. En un colegio público, el entorno es más heterogéneo, incluyendo la mayor presencia de alumnos no sólo con un nivel sociocultural menor, sino incluso con una lengua materna distinta y otras circunstancias sociales, que seguramente influyen de manera global en los resultados del estudio.

Debo decir que yo estudié en colegio público y creo que la enseñanza debe ser pública y universal, pagada por los ciudadanos mediante los impuestos, que el Estado debe elaborar los planes de estudios y evaluar las competencias de los profesores para acceder a la carrera docente, así como las de los alumnos para obtener sus titulaciones correspondientes. También creo que el Estado debiera haber mantenido las competencias en materia educativa.

martes, 23 de agosto de 2011

Fomento de la lectura... ¿o de determinada lectura?

Ayer por la noche, leyendo un periódico por internet, me encontré una noticia sorprendente:

Los responsables del concurso de belleza Miss Italia han decidido que entre los requisitos para concursar esté el leer al menos tres libros al año y periódicos con regularidad, aparte de rechazar los implantes y las operaciones estéticas y demás. Por lo visto es para que se vea que la belleza de las italianas no reside sólo el físico, sino que tienen además un espíritu cultivado.

No voy a ser yo la que esté en contra de que se lea, líbrenme los cielos, pero debo decir que 3 libros al año es un poco escaso. Entiendo que en plena manicura es difícil leer; aunque en el gimnasio (especialmente en la bicicleta) puede ser más fácil. Seguro que la vida de estas jovencitas está tan llena de ocupaciones que ya se pueden sentir culturalmente realizadas si leen los titulares de la prensa y una paginilla diaria. Por eso, libros de más de 1000 páginas... Complicado lo veo.

Los organizadores sugerían como lecturas Ana Karenina, Madame Bovary y Orgullo y Prejuicio, entre otras, parece ser. Y ahí empiezo a hacerme otras preguntas: No hay dudas de la calidad de tales obras, pero...

  • ¿No hay ni una sola obra de autor italiano?
  • ¿Es que sólo se sugiere literatura con protagonistas mujeres?
  • ¿No hay novela contemporánea, sino que nos quedamos en la decimonónica?
  • ¿No hay ensayo?
  • ¿De poesía o teatro ni mencionar?
  • ¿Clásicos (griegos, romanos, anteriores al siglo XVIII)?
A pesar de que los personajes de Ana Karenina, Emma Bovary y Elizabeth Bennet son mujeres de carácter para las convenciones de la época en que se escribieron sus respectivas historias, no estaría de más reconocer que el ideal femenino que presentan está bastante obsoleto. Recordar que un descarado remedo de la novela de Jane Austen es ni más ni menos que El diario de Bridget Jones, cuya modernidad es una fachada y que tuvo muchísimo éxito, con películas incluídas.

Si el asunto es que sea literatura femenina... ¡¡Ufff, qué cansino!! La literatura es buena o mala, da lo mismo si el protagonista se llama Ana o Adso, por poner uno de una novela en que las mujeres son casi inexistentes (e italiana).

Y eso de recomendar lecturas, me recuerda a los exámenes de idiomas para extranjeros, donde se obliga o sugiere la lectura de determinados libros, y luego hay preguntas relacionadas con ellos.

Lo de las cuotas en el arte es tan banal, que intentar meter con calzador mujeres en la nómina de las que han sido escritoras, músicas, o pintoras es, a fin de cuentas, estúpido. Otra cosa es intentar que las mujeres accedan en mejores condiciones a la educación, la cultura y el mercado de trabajo, para poder llegar a puestos de mayor responsabilidad y a reconocimiento en su esfera profesional, sea cual sea.

No me gustan los concursos de belleza, me parece una exhibición de carne fresca. Lo de intentar dar una pátina de "pudor" (se citaba esta palabra en la noticia) y de conocimiento en estos certámenes es casi un contrasentido, pues no creo que gane una menos agraciada y que haya leído sus correspondientes libritos o incluso alguno más, a un bellezón que sea el prototipo de guapa pero tonta.

Pero en fin, hagamos que suba el nivel de lectura entre los jóvenes. Con un poco de suerte, a lo mejor nos enteramos por la prensa de qué es lo que han leído y las bibliotecas se llenan de peticiones de varios libros, de tres en tres, "porque la nueva miss Italia, que es muy guapa" lo ha leído.

PS: por alusiones al comentario de Neuronalterada: No niego que las cuotas son un perfecto ejemplo de que las buenas intenciones empedran el camino del Infierno (lasciate ogni speranza, voi ch'entrate... Me salen los clásicos italianos por los poros, je je). Lo que no es una estupidez es evitar el infanticidio femenino y las situaciones de maltrato en general; hacer políticas efectivas para el acceso de las niñas a la educación y la sanidad; y que el embarazo y la maternidad no supongan ni un riesgo para la salud, ni una forma de evitar el acceso a la independencia económica y a una mayor consideración e igualdad social; por último, evitar situaciones de desamparo en las mujeres ancianas, que ya se sabe que tienen mayor esperanza de vida que los varones (que los dirigentes se encarguen de imaginar y poner en práctica políticas para ello. Yo no voy a dar pistas).

Y después de esta soflama, gracias por el comentario.

sábado, 2 de julio de 2011

Mercados (no financieros)

Compra mañanera en un mercado mensual con productos ecológicos y de por aquí: leche fresca, pan, vino, queso, garbanzos, carne, verduras, fruta y alguna cosa dulce (y gorda) ha caído. Mercado pequeñito pero interesante, debo decir.

Interesante ver al paisanaje interactuando.

Me recuerda algo unos mercados de domingo en París, alucinantes (por tamaño y variedad), el mercado de Versalles, yendo hacia el Palacio; o el mercado bisemanal de la Place Guillaume II de Luxemburgo, con sus verduras, setas, flores...

Precisamente, la visión del mercado de Luxemburgo, hace muucho tiempo, me hizo empezar a disfrutar del espectáculo de luz y color de las verduras... Nada que ver con los mercadillos semanales de mi infancia en Valencia, dedicados, como el Rastro, a ropa, enseres y demás. Poca fruta, poca verdura, incluso poco mimo en la presentación de los productos.

Me gusta comprar en mercado, lo prefiero a la frialdad y esos lineales eternos de las grandes superficies, donde me siento perdida. Me gusta hablar con el tendero, decirle "buenos días", pedirle consejo sobre lo que vende... Si es honrado, me sabrá dar lo que quiero. Si no lo es, no me verá de nuevo por ahí. Llevo muchos años comprando diariamente y ese punto de cercanía es impagable. Tengo proveedores que me conocen desde niña, que vendían a mi madre y me venden a mí, que conocen mi vida (relativamente) y yo la suya y de su familia.

Ahora, con este nuevo mercado, incluso daré un paso más, conoceré no sólo a los que me venden las verduras, sino a quienes las producen. Digamos que mi cadena alimentaria se convierte en algo más cercano.

Porque mi sueño inalcanzable es ser autosuficiente, salvo con el pescado. Producir la verdura, la carne, la fruta que como. Ya que eso es imposible para alguien tan urbanita como yo, al menos, conocer la cara de quien produce para mí.

domingo, 19 de junio de 2011

Clarence Clemons y otros asuntos musicales

Hola. Este va a ser muy breve.

Ha muerto Clarence Clemons, el saxofonista de la E-Street Band, después de sufrir un ictus hace unos días.


Puede parecer un poco extraño en mí dedicar un blogusino sobre música actual, cuando casi siempre suelo comentar conciertos de música clásica, pianistas vestidos de pingüino, walkirias gritonas y cosa así.


La gente se suele sorpender cuando mezclo a Mozart con el mismo Springsteen tan tranquila, sin darse cuenta de que la música popular (en contraposición a la "culta") está presente todo el rato, a todas horas, en nuestras vidas. Y a mí, sobra quizá escribirlo, me gusta la música. La buena.


Sólo he tenido la fortuna de ir una vez a un concierto de la E Street Band, antes de que
también muriera Danny Federici. La impresión que me hizo fue enorme, incluso aunque estuviéramos bastante lejos, porque decidimos comprar localidades con asiento. Soy poco mitómana y el rollito de los mecheros, la gente jaleando y todo eso, me cansa enseguida, auqnue no le niego su interés. Reconozco que me siento más cómoda en los conciertos de clásica, con la gente escuchando en silencio (la mayoría). Pero es uno de los conciertos que me ha dejado huella y, como algún otro que ya comenté aquí, sé que nunca más volveré a verles igual.

Piensas un poco y te das cuenta de que el finado tenía casi 70 años largos y estaba bastante mal de salud, y te dices... ¿Ahora son los mayores los que siguen dándole al rock'n'roll? El mito de la juventud en la música actual era creíble hace decenios, pero ahora no me suenan salvo productos prefabricados a medida de los intereses mercantiles, sea Lady Gaga o Justin Bieber.


No sé si era un excelente saxofonista (como algunos de jazz) o solo el mejor que podía tener una banda como la de Springsteen. Al final, el resultado es el mismo: reconocías su sonido en la música que hacía. Posiblemente ese es el punto, que el arte de cada cual sea único.

martes, 31 de mayo de 2011

De Historia e historiadores

Se ha montado un apreciable barullo a cuenta del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia. Por supuesto que no va a llover nunca a gusto de todos, pero las cosas se podían haber hecho de un modo menos proclive a la crítica, vaya esto por delante (a quienes el blogusino les esté comenzando a producir bostezos, pueden dejar ya de leer).

Al parecer, la obra tiene como referente el Oxford Dictionary of National Biography, que abarca biografías de personajes difuntos, como es normal, redactadas por especialistas.


He leído con bastante interés lo que se lleva escribiendo en los periódicos de tirada nacional sobre este asunto desde que se presentó a bombo y platillo, con los Reyes, académicos varios, invitados y demás. Y eso que no tengo ni sitio en mi biblioteca ni dinero en mi cartilla para hacerme con los 50 volúmenes, a razón de unas cinco hojas por personaje, más o menos... Por mi parte, lo veo como una obra de consulta muy necesaria en universidades, bibliotecas, para profesionales. En principio, todo muy correcto, como no podía ser menos.


La controversia vino enseguida, a cuenta de las biografías de determinados personajes de nuestro siglo XX (cambalache, problemático y febril... Mmm, no está de más repasar el fantástico texto de Discépolo, que dice verdades incluso aplicables a este caso), algunos de ellos todavía vivitos y coleando.


Y parece que la cosa no amaina. No me extraña, porque se ha invertido no sólo un montón de trabajo y tiempo -evidentemente necesarios para hacer una obra de tal porte-, sino también una buena cantidad de euros, más de seis millones.


Al parecer, las biografías de Franco y de Azaña son mejorables; la ministra de Cultura dice que hay pocas mujeres y que eso no es un criterio contemporáneo; algunos historiadores cualificados no han sido llamados para determinadas entradas de su especialidad...


Al hilo de todo el batiburrillo, se me ocurren algunas reflexiones sobre teoría y método, que paso a señalar para general conocimiento:


  • Me parece estupendo que se esté montando esta escandalera por el concepto de la Historia, la manipulación o no de los hechos y la forma de presentarlos, la diferencia entre biografía y hagiografía...
  • Considero un error incluir personajes vivos, que pueden tener un desarrollo biográfico mayor por el aumento de la longevidad.
  • Parece que algunos historiadores de mérito se han encargado de biografías que no entran en el campo de su especialidad. Por mucho que en la página de la Real Academia de la Historia se establecen los comités por ámbitos cronológicos y de temática, el criterio no ha sido éste para asignar las entradas a cada redactor. Tampoco dichos comités han supervisado las redacciones más que para asuntos de tipo formal (erratas), por lo que ha dicho el propio Director de la Academia. Me choca muchísimo, porque en la Historia, como cualquier disciplina, la especialización es un hecho. No me vale de disculpa que cada entrada tan solo es una aproximación a la figura del biografiado, 5 paginillas de nada. Quizá la Academia (y el Director en particular), debería haber sido un poco más sensible a esta circunstancia.
  • Hubo una época que nos decían que el historiador debía ser imparcial y objetivo. Luego se dijo que eso es completamente imposible y que no se puede evitar, incluso en la elección de los temas de estudio. Al parecer, han pesado mucho filias y fobias ideológicas en la redacción de las biografías. Mal vamos, si queremos comparar con la Oxford. Si por algo son famosos los británicos es por el rigor en estos asuntos... ¿O sólo nos interesa presentar el Diccionario al peso y no por su contenido?
  • Cualquier historiador conoce perfectamente la terminología que se emplea en la disciplina a la que se dedica, y más todos los que aparecen como colaboradores. Esta no es una obra de divulgación, sino de consulta, así que la precisión terminológica es fundamental.
  • Los deseos de la Ministra de incorporar más biografías femeninas son complicados de satisfacer. En España, mujeres susceptibles de entrar en un diccionario de esta naturaleza son relativamente escasas, pues las mujeres han estado marginadas durante más tiempo que en otros países en su acceso tanto a la educación como a puestos de responsabilidad. No hay otra razón y ésta es bien objetiva.
Creo que por hoy ha sido suficiente, no voy a cansaros más. Hasta otra.

jueves, 19 de mayo de 2011

Puerta del Sol

En abril de 2010, escribí un blogusino beligerante pidiendo, casi exactamente, lo que piden los acampados de la Puerta del Sol: modificación de la Ley electoral, fuera los políticos corruptos de las listas electorales, listas abiertas.

Alucino en colores... No es que me crea muy especial, pero veo que hay otros pensando lo mismo, organizándose, haciéndose oír... Y en general, en los medios políticos y de comunicación, dándoles palos porque los consideran descerebrados, o conspiradores de otro u otros partidos/tendencias políticas, o bien bonitos y huecos os entendemos, hay mucho que mejorar.

Y no, no me he pasado por ahí a dormir, a echar unas risas o unas soflamas. Me dan agobio las concentraciones de gente (lo descubrí cuando, muy solidaria, fui algunos años a la marcha del Orgullo Gay y decidí que no me compensaba estar allí con mis amigos... Siendo sincera, tampoco me pierde ni el espectáculo multicolor ni Mónica Naranjo).

Hice excepciones con las primeras marchas contra la guerra de Irak, aunque no fui a todas, porque no sé si recordais que empezaron a hacerse manis por todo, la calle de Alcalá hasta Sol continuó su fama de manifestódromo por anotonomasia.

Es evidente que mis opiniones no han cambiado un ápice desde el año pasado. Es evidente que yo no formo parte del movimiento organizador.

Estoy esperando ver qué pasa con todo esto el sábado, el domingo y con la resaca post-elecciones.

No estaría mal del todo que los políticos se dieran cuenta de que ya no necesitamos un sistema político-electoral tendente a un bipartidismo propio del siglo XIX. Que no se espanten porque haya muchos partidos con representación parlamentaria; ahora tenemos partidos de ámbito autonómico que aprietan bien las tuercas a los partidos mayoritarios "estatales" si éstos no llegan a ese Eldorado de impunidad política que es la mayoría absoluta.

Pendiente queda un blogusino musical de los últimos conciertos....

domingo, 8 de mayo de 2011

Músicas variadas en abril-mayo

El mes de abril ha sido muy propicio en conciertos de música, entre otras cosas porque la Semana Santa produce dos cosas: que en ese momento se paralice la actividad (como en Navidad), y que se concentre en las semanas precedentes y/o posteriores.

Como me dijo una amiga a la salida de uno: Marga, tú oyes muchos conciertos ¿no? Le contesté que, en efecto, cada vez me interesa menos la música enlatada y más la interpretación en vivo, aunque debo reconocer que oigo música en directo desde que era adolescente.


Ya he escrito alguna vez que no me gustan los barrocos tocados con piano, en general. Pero recuerdo unas sonatas de Scarlatti tocadas por Ivo Pogorelich hace muchos, muchos años que me dejaron fascinada... Y un Bach, tocado por el grandísimo Krystian Zimerman, que me irritó profundamente. Es decir, que no soy demasiado fanática de la interpretación historicista, siempre que se respete en lo posible el estilo.


El primero que recuerdo de abril es uno de Grigory Sokolov, con obras de Bach y Schu
mann. Bueno, pues hizo que me saliera humo por las orejas. Sé que es muy personal en su forma de tocar y bla, bla, bla. Pero todos los años viene a tocar y cada vez me irrita más. Dejo aparte lo ya escrito sobre el barroco en piano. Tocó Schumann como si fuera un Liszt pirotécnico, lo más fuera de estilo que se pueda imaginar... Y el público haciendo la ola, porque les encantan los virtuosos de dedos ágiles y ligeros. Me fui después del primer bis, porque no podía con ello.

El año que viene, ya me he comprometido a regalarle la entrada a un conocido, pianista por más señas, que tiene interés en ver cómo lo hace.


El segundo, tres días después, fue un concierto que me avisó mi maestro de coro. Un conjunto coral, Ars Nova Copenhagen, dirigido por Paul Hillier, un histórico cantante británico, de estos que tienen una afinación perfecta. He escuchado muchísimos discos en los que cantaba y dirigía, visto vídeos, de todo. El programa prometía: música de la época Tudor y de Arvo Pärt.


Y el concierto fue muy, muy bueno, música bellísima... Yo no terminé de entrar a fondo, porque mezclaba repertorio renacentista con las obras de Pärt, que es un músico contemporánero muy interesante. Hubiera disfrutado más si lo hubieran separado, porque yo necesito atender a cosas distintas según el repertorio. No sé si me explico.


Ah, sospecho por alguna cosilla de las notas que quien las firma cree que el común de los mortales sabe más de historia de Inglaterra de lo habitual, o bien que hemos visto todas las temporadas de Los Tudor.


Después del concierto, unos cuantos nos fuimos a cenar y acabamos a las tantas, hablando de música y de muchas otras cosas. Fue cuando mi amiga me dijo lo que encabeza este blogusino.


Cuatro días más tarde, otro concierto, esta vez de lied por Bejun Mehta y Julius Drake, con obras variadas, desde el siglo XVII al XX. Fue muy interesante, aunque no se le entendía nada de los textos (mi compañero de asiento es profesor de inglés y me reafirmó en mis dudas). La voz muy bonita, eso sí.


Y tuve la suerte de encontrarme con unos amigos de la Universidad, que no había vuelto a ver en unos veinte años. Por fortuna, nos conservamos todos muy bien y nos reconocimos. Fuimos a tomar unas cañas y a ponernos al día, como es natural.


El ritmo de conciertos se ralentizó un poco, porque me dejó una semana de descanso entre el que acabo de comentar y el siguiente, pero me fui a ver un espectáculo en el que se cantaba y se bailaba:


La danza de la Muerte/dança da Morte, una coproducción hispano-portuguesa que me pareció muy interesante. Sencilla pero efectiva, mezclaba la tradición medieval hispana de la danza de la muerte con las obras de Gil Vicente. Los cantantes eran los propios actores y fueron muy correctos en lo que al canto se refiere. Tuve algún problema en entender a una actriz portuguesa que hablaba muy rápido y con un acento muy cerrado, pero en general, me pareció estupendo.


Y luego, el fantástico concierto de Leif-Ove Andsnes. El programa era muy exigente y realmente bonito, con la sonata Waldstein de Beethoven, las 4 baladas op. 10 de Brahms, un Schoenberg temprano y la sonata op. 32 de Beethoven para finalizar.


Ví lo que nunca creí que iba a pasar: como es habitual en nuestros conciertos, el personal está siempre enfermísimo de tos y no hace ningún caso de las indicaciones sobre los teléfonos móviles (ya, ya sé que debería decirse portátiles, porque móvil es el que se mueve por sí solo). Pues bien, en las sonatas de Brahms, suena uno, horrible y estridente... El pianista
se para sobre las teclas que iba a pulsar, manteniendose estático (y estaban en un extremo del teclado) hasta que se deja de oír el soniquete de marras. Impávido, sigue tocando hasta el final. Fin de la primera parte. Al terminar el descanso, se oye una voz por megafonía que pide encarecidamente que se compruebe que los móviles están apagados. Así pudimos escuchar, como en un nirvana, una de las mejores interpretaciones de la sonata op. 111 de Beethoven que yo recuerde.

Dos días más tarde, me invitaron a ir a un concierto en el Monasterio de las Descalzas, conmemorando en nacimiento de Dª María Bárbara de Braganza, mujer de Fernando VI y protectora de Scarlatti. El programa lo constituían obras de diversos compositores portugueses del siglo XVIII (incluyendo brasileños), y un par de sonatas del mencionado Scarlatti. Para mí, casi todas las obras eran desconocidas, y no había oído ni leído nada de la mayoría de los autores. El teclista era Nicolau de Figueiredo, un clavecinista brasileño que tocó con mucho arte y nos contó porqué había elegido ese repertorio tan inusual. Fue realmente interesante, aparte del "marco incomparable".


Ya en mayo, fui el jueves pasado a ver la ópera El rey Roger de Szymanowski. Me habían hablado muy bien de los cantantes y del coro, de la música y la interpretación en general, y muy mal de la escenografía. El mismo escenógrafo hizo una producción que se vió hace una o dos temporadas, El caso Makropoulos, excepcional, muy buena; pero esta vez creo que ha patinado, y eso que algunas cosas me recordaban a la puesta en escena de la obra de Janacek.


Sin embargo, considero que ya la obra era complicada de entender (por mucho que estuviera basada en Las Bacantes de Eurípides), para que encima nos metieran asuntos externos a la ópera como elementos de la puesta en escena. Me refiero a las referencias a la toxicomanía y la homosexualidad del compositor, así como el guiño pop de las máscaras de Mickey Mouse -que funcionaba muy bien en El caso Makropoulos con King Kong-, que no añaden nada a la acción en sí y embrollan mucho, haciendo incongruente la obra.


Por otra parte, si buscan escandalizar por poner unas proyecciones de Warhol o de Pasolini, o por hacer que los protagonistas canten en ropa interior, creo que es un recurso muy fácil y manido... Todavía me acuerdo de la puesta en escena de Bieito del
Wozzeck, que era más extremada en ese aspecto.

Y por fin, esta tarde voy a ver la puesta en escena de El burgués gentilhombre , de Molière-Lully. Tengo muchas ganas de darme un baño de grandeur barroca.

Ah, y este mes hay cosas interesantes en la Filmoteca.

sábado, 2 de abril de 2011

Lo prometido es deuda.

Sí, he vuelto con renovados ímpetus y hoy voy a escribir sobre... pan. O más bien, sobre determinados aspectos de la cosa panificadora.

Llevo dándole vueltas desde que, el otro día, estaba comentando mis experiencias con el pan, el horno y todo lo demás. Mi atenta oyente es hija, nieta, sobrina de panaderos. Yo no sabía de esta circunstancia genética
tan amplia (sólo que su padre había sido panadero, entre otros oficios) cuando le llevé una de mis primeras hogazas, toda ufana.

La miró, dijo de su corteza, al cabo del rato la abrió y dió su aprobación a la miga. Y luego me dijo que estaba buena de sabor, con lo cual yo iba como Vicki el vikingo, diciendo "qué contenta estoy" y dando botes.


Pero sigamos con el relato. Hablaba yo de mis problemillas con el horno (creía que tenía un horno bastante digno... Hasta que me compré un termómetro de horno y descubrí que la media es 30º C
menos de lo que marca el termostato) y las harinas, el amasado y demás.

Al hilo de esto y hablando de lo que me dura tierno el pan que hago (una semana), empecé a pensar en costes. No sé, realmente, si hago un buen negocio con el amasamiento de mis dos hogazas (330 g de harina, etc.), la horita que se tira el horno para alcanzar la temperatura y otros pormenores. Mi amiga decía que me sale más a cuenta pagar los 60 céntimos de la barra de pan de la panadería (de barrio, normalita), aunque a los dos días no sirva ni para hacer tostadas. Sí, claro que tiene otras compensaciones, digamos sentimentales -lo decía ella-:

  • el mito de la autosuficiencia (solo me faltaba pillar un ático con terraza y poner una jaulita para las gallinas como en Mujeres..., o buscar un terreno y ponerme a sembrar trigo),
  • el mito de lo natural, de saber qué estás comiendo (para eso necesito sembrar mi trigo...).
Sí es cierto que me gusta hacer cosas por mí misma, coser mi propia ropa, comer lo que cocino, pero no creo que pudiera sobrevivir si me abandonaran en plan robinson, en principio. Soy demasiado urbana, he pasado mi vida en una ciudad de más de 3 millones de habitantes, y lo más parecido a la aventura es que fui girl-scout en mi adolescencia.

Con todo eso, me da por pensar que, en España, los aficionados a hacer pan en casa debemos tener un perfil general del tipo: nivel adquisitivo y cultural medio al menos, con tiempo de ocio (hay panes que necesitan procesos de 6-7 horas), etc. En otros países de Europa, sobre todo en el Norte, lo de hacer pan en casa es más habitual, aquí me da que es una moda temprana.


Yo me considero de clase media, con nivel educativo medio. No entro en la historia de si hombres o mujeres, con familia o no... Pero que hay tiempo el domingo para amasar, fermentar y hornear, sí (la única vez que no estuve pendiente de los tiempos de elaboración, el pan salió bastante mejorable. No vuelvo a hacerlo).


En Estados Unidos, no es baladí que el consumo de comida basura esté ligado a los estratos menos favorecidos socialmente, con mayores índices de enfermedad, obesidad, criminalidad y menores índices de educación y asistencia social. Las clases altas son las que se preocupan por su alimentación, por realizar ejercicio físico, etc.


En España, los productos ecológicos son mucho más caros, lógico si atendemos a los procesos que teóricamente no entran en su elaboración (no hay abono artificial, ni pesticidas, ni alimentación con determinados piensos...). Eso quiere decir que el consumidor habitual debe tener más dinero para poder comprar un pimiento ecológico, por poner un ejemplo.


Puedo estar equivocada, pero me parece que en el libro Food. A History, de Felipe Fernández-Armesto (traducido en España como Una historia de la comida) habla algo de ello. No lo tengo a mano y no lo puedo contrastar, pero ahí va un libro interesante para leer.


De todos modos, la sensación de hacer tu propio pan y jugar con la masa (momento plastelina, que lo llamo), es impagable.
Lo recomiendo al menos una vez en la vida.

viernes, 25 de marzo de 2011

Vuelvo por un rato, con una miscelánea

Uff! No me había dado cuenta de todo el tiempo que ha pasado desde el último blogusino... En teoría los blogs están muertos si no se actualizan al menos cada 3 meses.

¡¡¡Revive!!!

Mea culpa:

La verdad es que, tras unos comienzos bastante prometedores y una larga travesía del desierto, estoy enganchadísima en lo de hornear mi propio pan, desde que el día 6 de enero empecé a hacer roscones de Reyes. Como salieron bien, recobré la confianza en mí misma ("las posibilidades del hombre soviético son ilimitadas"*) y ahora horneo una vez a la semana, que es lo que me dura sin quedarse como una piedra. No llego a los niveles de alguna amiga mía, pero me voy metiendo en el asunto de los hornos, las harinas, etc.

No consigo que me termine de gustar el pan de trigo integral, aunque el de espelta me mola más, tiene la miga más jugosa. Me tengo que poner con el pan de centeno, mi sueños es tener mano suficiente para hacer esos deliciosos panes suecos, crujientes como tostadas, y untar el paté de pollo que hago de vez en cuando. Pero eso será en unos meses, creo, cuando me empolle el libro que he encargado a una amiga, aprovechando que se iba unos días a Estocolmo.

Bueno, los párrafos anteriores son para explicar que, aunque no me quedo embobada mirando cómo sube la masa, el proceso de elaboración lleva su tiempo, que me quita de escribir.

Otra de las razones por las que me he demorado en hacer un nuevo blogusino es, como ya comenté en alguno anterior, porque me he empezado a meter en blogs de cocina y es algo apasionante. Tanto que no me queda tiempo para hacer nada, entre leerlos y echar un vistazo a los desastres diarios que nos cuentan los periódicos.

Durante esta semana me he puesto como loca a cocinar. No sé si es por la presión en el trabajo (otro roba-energías), que me impulsa a evadirme (y mis evasiones son el canto y la cocina, ya se sabe), porque la primavera me está alterando la sangre y el sueño...

Maldición, este fin de semana cambia la hora, para mi desgracia y la del resto de Europa. No tengo claro eso del ahorro energético, realmente pienso que es más fácil y biológico que volvamos a trabajar de sol a sol, o por lo menos, adaptando nuestros horarios laborales a los propios biorritmos. Horarios flexibles, en suma. Yo no consigo llegar despierta al trabajo en invierno (9 como hora límite de fichar) y apuro el tiempo en la cama, mientras que en verano se me abren los ojos y estoy fresca como una lechuga mucho antes de las 7. Y pienso que esto es por la propia burricie racional de la especie humana.

Y, la verdad, se te queda el cuerpo bastante mal, cuando ves lo que ha pasado en Japón.

Me he acordado mucho de dos encantadoras japonesas que conocí hace unos cuantos años, en aquel curso de idiomas muy internacional, que hicieron el mejor sushi que he comido en mi vida para la cena de confraternización (desde entonces, ya no pruebo comida japonesa). A ellas les perdí la pista, junto con el resto de integrantes del curso... Y sí, lo que hicimos los españoles fue tortilla de patatas, un clásico.

Pensé en un montón de blogusinos posibles, pero me podía la pereza o el darle su tiempo. Y con algunas circunstancias vitales, se me ha ido la autoexigencia de escribir una vez por semana. Ni siquiera he ido suficientemente al cine o a la Filmoteca para comentar películas interesantes; y los conciertos... No sé por qué, no consigo emocionarme tanto como en otros momentos.

Para terminar, el año pasado tuve una época de lo más beligerante en mis escritos, que si la ley electoral, la corrupción, la prostitución... Se me fue de las manos.

Yo imaginaba al iniciar el blog hacer algo sencillito, sin complicaciones, sin mostrar mentalidades o ideologías. Ya, ya sé que es mejor entonces hacer un blog de fotos, por ejemplo, o de cocina (y dale...). Pero yo no valgo para eso. No cocino tan bien, y de las fotos ni hablamos.

Se impone una refundación del artilugio. Por lo pronto, la semana que viene escribo otra cosa, quizá tan errática como ésta (ya, ya sé que ahora se escribe sin acento... Y que soy especialista en blogusinos incoherentes). Queda como declaración de intenciones tres meses más tarde del primero de año.

* frase de un estupendo baloncestista soviético cuando comenzó a jugar en la NBA. Esto fue antes de la caída del muro de Berlín y todo lo demás, claro...