viernes, 25 de marzo de 2011

Vuelvo por un rato, con una miscelánea

Uff! No me había dado cuenta de todo el tiempo que ha pasado desde el último blogusino... En teoría los blogs están muertos si no se actualizan al menos cada 3 meses.

¡¡¡Revive!!!

Mea culpa:

La verdad es que, tras unos comienzos bastante prometedores y una larga travesía del desierto, estoy enganchadísima en lo de hornear mi propio pan, desde que el día 6 de enero empecé a hacer roscones de Reyes. Como salieron bien, recobré la confianza en mí misma ("las posibilidades del hombre soviético son ilimitadas"*) y ahora horneo una vez a la semana, que es lo que me dura sin quedarse como una piedra. No llego a los niveles de alguna amiga mía, pero me voy metiendo en el asunto de los hornos, las harinas, etc.

No consigo que me termine de gustar el pan de trigo integral, aunque el de espelta me mola más, tiene la miga más jugosa. Me tengo que poner con el pan de centeno, mi sueños es tener mano suficiente para hacer esos deliciosos panes suecos, crujientes como tostadas, y untar el paté de pollo que hago de vez en cuando. Pero eso será en unos meses, creo, cuando me empolle el libro que he encargado a una amiga, aprovechando que se iba unos días a Estocolmo.

Bueno, los párrafos anteriores son para explicar que, aunque no me quedo embobada mirando cómo sube la masa, el proceso de elaboración lleva su tiempo, que me quita de escribir.

Otra de las razones por las que me he demorado en hacer un nuevo blogusino es, como ya comenté en alguno anterior, porque me he empezado a meter en blogs de cocina y es algo apasionante. Tanto que no me queda tiempo para hacer nada, entre leerlos y echar un vistazo a los desastres diarios que nos cuentan los periódicos.

Durante esta semana me he puesto como loca a cocinar. No sé si es por la presión en el trabajo (otro roba-energías), que me impulsa a evadirme (y mis evasiones son el canto y la cocina, ya se sabe), porque la primavera me está alterando la sangre y el sueño...

Maldición, este fin de semana cambia la hora, para mi desgracia y la del resto de Europa. No tengo claro eso del ahorro energético, realmente pienso que es más fácil y biológico que volvamos a trabajar de sol a sol, o por lo menos, adaptando nuestros horarios laborales a los propios biorritmos. Horarios flexibles, en suma. Yo no consigo llegar despierta al trabajo en invierno (9 como hora límite de fichar) y apuro el tiempo en la cama, mientras que en verano se me abren los ojos y estoy fresca como una lechuga mucho antes de las 7. Y pienso que esto es por la propia burricie racional de la especie humana.

Y, la verdad, se te queda el cuerpo bastante mal, cuando ves lo que ha pasado en Japón.

Me he acordado mucho de dos encantadoras japonesas que conocí hace unos cuantos años, en aquel curso de idiomas muy internacional, que hicieron el mejor sushi que he comido en mi vida para la cena de confraternización (desde entonces, ya no pruebo comida japonesa). A ellas les perdí la pista, junto con el resto de integrantes del curso... Y sí, lo que hicimos los españoles fue tortilla de patatas, un clásico.

Pensé en un montón de blogusinos posibles, pero me podía la pereza o el darle su tiempo. Y con algunas circunstancias vitales, se me ha ido la autoexigencia de escribir una vez por semana. Ni siquiera he ido suficientemente al cine o a la Filmoteca para comentar películas interesantes; y los conciertos... No sé por qué, no consigo emocionarme tanto como en otros momentos.

Para terminar, el año pasado tuve una época de lo más beligerante en mis escritos, que si la ley electoral, la corrupción, la prostitución... Se me fue de las manos.

Yo imaginaba al iniciar el blog hacer algo sencillito, sin complicaciones, sin mostrar mentalidades o ideologías. Ya, ya sé que es mejor entonces hacer un blog de fotos, por ejemplo, o de cocina (y dale...). Pero yo no valgo para eso. No cocino tan bien, y de las fotos ni hablamos.

Se impone una refundación del artilugio. Por lo pronto, la semana que viene escribo otra cosa, quizá tan errática como ésta (ya, ya sé que ahora se escribe sin acento... Y que soy especialista en blogusinos incoherentes). Queda como declaración de intenciones tres meses más tarde del primero de año.

* frase de un estupendo baloncestista soviético cuando comenzó a jugar en la NBA. Esto fue antes de la caída del muro de Berlín y todo lo demás, claro...