martes, 31 de mayo de 2011

De Historia e historiadores

Se ha montado un apreciable barullo a cuenta del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia. Por supuesto que no va a llover nunca a gusto de todos, pero las cosas se podían haber hecho de un modo menos proclive a la crítica, vaya esto por delante (a quienes el blogusino les esté comenzando a producir bostezos, pueden dejar ya de leer).

Al parecer, la obra tiene como referente el Oxford Dictionary of National Biography, que abarca biografías de personajes difuntos, como es normal, redactadas por especialistas.


He leído con bastante interés lo que se lleva escribiendo en los periódicos de tirada nacional sobre este asunto desde que se presentó a bombo y platillo, con los Reyes, académicos varios, invitados y demás. Y eso que no tengo ni sitio en mi biblioteca ni dinero en mi cartilla para hacerme con los 50 volúmenes, a razón de unas cinco hojas por personaje, más o menos... Por mi parte, lo veo como una obra de consulta muy necesaria en universidades, bibliotecas, para profesionales. En principio, todo muy correcto, como no podía ser menos.


La controversia vino enseguida, a cuenta de las biografías de determinados personajes de nuestro siglo XX (cambalache, problemático y febril... Mmm, no está de más repasar el fantástico texto de Discépolo, que dice verdades incluso aplicables a este caso), algunos de ellos todavía vivitos y coleando.


Y parece que la cosa no amaina. No me extraña, porque se ha invertido no sólo un montón de trabajo y tiempo -evidentemente necesarios para hacer una obra de tal porte-, sino también una buena cantidad de euros, más de seis millones.


Al parecer, las biografías de Franco y de Azaña son mejorables; la ministra de Cultura dice que hay pocas mujeres y que eso no es un criterio contemporáneo; algunos historiadores cualificados no han sido llamados para determinadas entradas de su especialidad...


Al hilo de todo el batiburrillo, se me ocurren algunas reflexiones sobre teoría y método, que paso a señalar para general conocimiento:


  • Me parece estupendo que se esté montando esta escandalera por el concepto de la Historia, la manipulación o no de los hechos y la forma de presentarlos, la diferencia entre biografía y hagiografía...
  • Considero un error incluir personajes vivos, que pueden tener un desarrollo biográfico mayor por el aumento de la longevidad.
  • Parece que algunos historiadores de mérito se han encargado de biografías que no entran en el campo de su especialidad. Por mucho que en la página de la Real Academia de la Historia se establecen los comités por ámbitos cronológicos y de temática, el criterio no ha sido éste para asignar las entradas a cada redactor. Tampoco dichos comités han supervisado las redacciones más que para asuntos de tipo formal (erratas), por lo que ha dicho el propio Director de la Academia. Me choca muchísimo, porque en la Historia, como cualquier disciplina, la especialización es un hecho. No me vale de disculpa que cada entrada tan solo es una aproximación a la figura del biografiado, 5 paginillas de nada. Quizá la Academia (y el Director en particular), debería haber sido un poco más sensible a esta circunstancia.
  • Hubo una época que nos decían que el historiador debía ser imparcial y objetivo. Luego se dijo que eso es completamente imposible y que no se puede evitar, incluso en la elección de los temas de estudio. Al parecer, han pesado mucho filias y fobias ideológicas en la redacción de las biografías. Mal vamos, si queremos comparar con la Oxford. Si por algo son famosos los británicos es por el rigor en estos asuntos... ¿O sólo nos interesa presentar el Diccionario al peso y no por su contenido?
  • Cualquier historiador conoce perfectamente la terminología que se emplea en la disciplina a la que se dedica, y más todos los que aparecen como colaboradores. Esta no es una obra de divulgación, sino de consulta, así que la precisión terminológica es fundamental.
  • Los deseos de la Ministra de incorporar más biografías femeninas son complicados de satisfacer. En España, mujeres susceptibles de entrar en un diccionario de esta naturaleza son relativamente escasas, pues las mujeres han estado marginadas durante más tiempo que en otros países en su acceso tanto a la educación como a puestos de responsabilidad. No hay otra razón y ésta es bien objetiva.
Creo que por hoy ha sido suficiente, no voy a cansaros más. Hasta otra.

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