sábado, 2 de julio de 2011

Mercados (no financieros)

Compra mañanera en un mercado mensual con productos ecológicos y de por aquí: leche fresca, pan, vino, queso, garbanzos, carne, verduras, fruta y alguna cosa dulce (y gorda) ha caído. Mercado pequeñito pero interesante, debo decir.

Interesante ver al paisanaje interactuando.

Me recuerda algo unos mercados de domingo en París, alucinantes (por tamaño y variedad), el mercado de Versalles, yendo hacia el Palacio; o el mercado bisemanal de la Place Guillaume II de Luxemburgo, con sus verduras, setas, flores...

Precisamente, la visión del mercado de Luxemburgo, hace muucho tiempo, me hizo empezar a disfrutar del espectáculo de luz y color de las verduras... Nada que ver con los mercadillos semanales de mi infancia en Valencia, dedicados, como el Rastro, a ropa, enseres y demás. Poca fruta, poca verdura, incluso poco mimo en la presentación de los productos.

Me gusta comprar en mercado, lo prefiero a la frialdad y esos lineales eternos de las grandes superficies, donde me siento perdida. Me gusta hablar con el tendero, decirle "buenos días", pedirle consejo sobre lo que vende... Si es honrado, me sabrá dar lo que quiero. Si no lo es, no me verá de nuevo por ahí. Llevo muchos años comprando diariamente y ese punto de cercanía es impagable. Tengo proveedores que me conocen desde niña, que vendían a mi madre y me venden a mí, que conocen mi vida (relativamente) y yo la suya y de su familia.

Ahora, con este nuevo mercado, incluso daré un paso más, conoceré no sólo a los que me venden las verduras, sino a quienes las producen. Digamos que mi cadena alimentaria se convierte en algo más cercano.

Porque mi sueño inalcanzable es ser autosuficiente, salvo con el pescado. Producir la verdura, la carne, la fruta que como. Ya que eso es imposible para alguien tan urbanita como yo, al menos, conocer la cara de quien produce para mí.