sábado, 19 de diciembre de 2009

Jenufa y otras hierbas

Hola:
Como viene siendo habitual en estos tiempos, mi ausencia de varias semanas se debe a la tecnología, que me trae frita. No sé si es mi conexión o porque los dioses del ciberespacio han decidido por su cuenta que no soy digna de lanzar mis soflamas... ¡Pero sigo en la lucha!

Sé que os había prometido un blogusino escoba para contaros mis experiencias en sobre algunos espectáculos que fuí en noviembre y también quería haberos contado algo del Madrid de Cuento, donde tuve la fortuna de disfrutar con unos cuantos cuenteros. (Vale que a mi dilectísimo Josquin no le gusta eso de "cuenteros", pero creo que cada uno debe nombrarse como se sienta a gusto...). Me parece que ya se ha quedado muy viejo y casi ni me acuerdo de las impresiones que me produjeron, aparte la gloriosa tortícolis por mirar desde la platea los sobretítulos del maravilloso Goldoni que trajo el Teatro Piccolo (mi italiano no da para esas velocidades de vértigo y ese lenguaje depurado y dieciochesco). Consecuencia: me reitero en mi vocación avícola y pienso seguir asistiendo a todo lo que pueda en paraíso (o gallinero).

El título del blogusino de hoy es sobre la ópera que ví el jueves, Jenufa (1904), de Leos Janácek. Debo decir que el compositor me tiene enganchada desde que escuché su cuarteto Cartas íntimas, en una versión apabullante tomada en vivo. Hace unos 20 años... Creo que nunca me ha defraudado, igual que Prokofiev, Schubert, Monteverdi y algunos (pocos) más.

El argumento, muy escueto: Jenufa, la chica más guapa del pueblo, se queda embarazada del playboy de turno. La madre adoptiva de Jenufa la esconde hasta que pare y, previendo los problemas que va a ocasionar el niño (al que su padre, por supuesto, no quiere reconocer, ni casarse con la chica), lo abandona en el río en medio de una nevada. Cuando Jenufa va a casarse con otro pretendiente, se descubre al niño muerto y quieren lapidarla (ella confiesa que es su hijo), hasta que la madre adoptiva (tiene un nombre dificilísimo, por eso no lo escribo) confiesa. La cosa se termina con un fantástico dúo entre Jenufa y Laca, el que va a ser su marido.

En la obra se tocan un montón de temas que parecen no haber cambiado desde ese 1904, cuando se estrenó: la vergüenza y el castigo a la mujer por tener relaciones sexuales, por tener o no hijos, por decidir ella o que los demás decidan por ella. Los celos, la dualidad bondad /belleza. El poder de la masa que juzga...

Realmente una ópera de nuestro tiempo, porque me hizo reflexionar sobre el presente, lo que no hace ni Verdi con sus Rigolettos (donde también hay chica deshonrada), ni Wagner con sus walkirias dando voces desde el Walhalla... y no están tan lejos cronológicamente.

Debo decir que de los tres actos que tiene la ópera, lloré como una magdalena los dos últimos, que tienen una intensidad tremenda (a lo mejor llevo una temporada hipersensible, pero es así). La escenografía, en el tipo minimalista que está tan de moda, me pareció muy buena, sobria pero efectiva. Los cantantes excepcionales, la orquesta también y el director estuvo inmenso.

Eso me consoló de la decepción de no haber podido ver, una semana antes, a Little Joy en el Primavera Club. Vale que actuaron dos días (el primero en el Florida Park-debió de ser inenarrable, qué sitio- y el segundo en el Círculo de Bellas Artes). Estuve esperando a que mis amigos se apuntasen al plan, pero no hubo suerte y cuando quise comprar entrada ya no había. Por lo visto también había que canjear las entradas y no sé qué más.

Ah, último apunte: en la semana del cine brasileño que hicieron en el Círculo de Bellas Artes, ví un documental estupendo sobre un tal Humberto Teixeira, el que popularizó el baião (aquí más conocido como bayón) junto con Luiz Gonzaga. El documental se llama "el hombre que embotellaba las nubes".

Aparecían casi todos los que han tenido algo que ver con la música en Brasil en los últimos 50 años: Caetano Veloso, Chico Buarque, Gal Costa... Incluso se mencionaba a un tipo, un tal Raúl Seixas (creo), que juraba y perjuraba que Bob Marley "inventó" el reggae después de haber escuchado un disco antiguo del tal Gonzaga.

También salía un trozo de una película italiana donde se baila un baião (no sé si es La dolce vita de Fellini), que estoy segura de haber visto (ese mismo fragmento) en una película de Nanni Moretti en la que está él en un bar o cosa así viendo la tele y se pone a imitar los movimientos del baile que se marca la cantante. Sin comentarios, hay que verlo...

Ya os dejo. Hasta que la tecnología me deje de nuevo.

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