martes, 5 de mayo de 2009

Para ponerme al día

Desde el 23 de abril (desconfiad de la fecha del blogusino anterior, no sé cómo cambiarlo, pero indica nueve horas menos que l'heure spagnole) no he escrito nada y me ha pasado bastante.

El resumen amplio de mis actividades culturales es el siguiente: fui a la ópera, de la que me gustó la música (imposible no gustar si es Monteverdi) y los cantantes y bastante menos la puesta en escena; aunque el punto del cetrero con el bichejo alado tenía su aquel. También fui a la espléndida representación de Winter's tale. Realmente lo pasé muy bien, a pesar de la barandilla de seguridad que han puesto para destrozar casi todos los teatros de Madrid... Pero ¿realmente alguien se ha despeñado desde el gallinero del Español o del María Guerrero? ¿No habría forma de que fueran, qué sé yo, retráctiles para no fastidiarnos las representaciones?

En el aspecto musical, dos conciertos: el de Dorothea Röschmann, que fue un prodigio. Suplía a otra cantante enferma, cantó con una belleza y una sutileza que no está en los escritos, dando a cada compositor su aquel: a Robert Schumann un puntito de vibrato hiperromántico - que le iba como un guante a su amor y vida de mujer (para mí, de los ciclos más hermosos escritos para voz femenina, junto con las 4 últimas canciones de Richard Strauss) - canciones con textos cursis hasta decir basta pero... ¡taaan boniiitooos! El Hugo Wolf también con lo suyo... Y el concierto fue de los más accidentados que he visto, con móviles sonando por doquier (¿para cuándo inhibidores en los teatros y las salas de concierto?), la pasapáginas juntando dos hojas y dejando al pianista a merced de los elementos... De todo.

El otro concierto, de Simon Keenlyside. Distinto del anterior pero también emocionante. Conseguirán que me reconcilie completamente con Schumann y con Wolf. Lo siento, pero es que a veces se me atraviesan como una espina en la tráquea.

Y asistir a una magnífica sesión sobre pedagogía de la danza y la música, a cargo de una reconocida profesora de la escuela de Orff (sí, el de Carmina Burana), dentro de un seminario de pedagogía musical. Lo pasé estupendamente, cantando, bailando y luego cenando con unos cuantos amigos, organizadores y/o asistentes al curso, entre los que se encontraba mi dilecto maestro y el no menos dilecto acompañante. Acabar a las 2:30 de la mañana, feliz, después de haber hablado de lo divino y de lo humano...

El domingo me fui a ver la exposición de Tarsila do Amaral. Era el último día y me resultó interesantísima; no por ella en sí (no conocía su obra), sino el haber puesto su obra en contexto con dos espléndidos mapas y una carta náutica de Brasil (la más moderna de fines del XVIII), fotografías de finales del siglo XIX, objetos varios... Me recomendaron la visita mi dilecto maestro y mi santa hermana, con quien luego comenté, entre otras cosas, que llevamos tiempo asistiendo a exposiciones centradas más o menos en la primera mitad del siglo pasado, con lo que tiene de época convulsa. Debe de ser por la crisis...

Y para finalizar con el pasado: estuve el día 2 colaborando con el proyecto "pon tu libro en..." que este año va a Paraguay. El proyecto lleva ya 9 años y se trata de enviar lotes de libros, convenientemente seleccionados y clasificados, a bibliotecas públicas de países de Iberoamérica, uno distinto cada año. Los lotes se forman con las donaciones de ciudadanos de varias ciudades de la Comunidad de Madrid. Me sirvió para, de nuevo, comer con amigos y disfrutar de un bonito y caluroso día. Todavía se pueden entregar donaciones (hasta el 14 de mayo) en la Biblioteca Regional (c/Ramírez de Prado, 4). No valen los libros de texto ni las enciclopedias antiguas. Lo mejor, literatura. Estáis avisados.

Un amigo que estuvo brevemente en el negocio editorial, me dijo cuando le hablé del proyecto que era una medida más o menos estética, lo que había que hacer era impulsar la edición autóctona, pues saldría más barato. Supongo que él miraba con ojos de editor, mientras yo miro con ojos de bibliotecaria. No creo que las bibliotecas madrileñas deban impulsar negocios editoriales, pero sí colaborar con otras redes menos favorecidas. Claro que también me estuvo contando cómo debía organizarse un sistema de bibliotecas públicas en una gran ciudad. Lástima que su análisis se quedara corto en algunos aspectos, lo que convertía su plan en pura utopía. Pero fue muy interesante. Buff, me ha salido un trozo muy profesional... Pido excusas.

Y del pasado, al futuro: Este mes hay una buena colección de documentales en la Filmoteca. Ya sabéis cómo descargar el programa...

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