sábado, 15 de noviembre de 2008

El doble

Llevo tiempo dudando si poner esta entrada. Pero tras comer con unas amigas a las que llevaba más de un año sin ver, me he decidido.

En el verano de 2005 me fui al extranjero, a hacer un curso de idiomas. En el ejercicio de nivel, nos mandaron hacer una redacción con un tema que me chocó mucho, pero que parece tiene su importancia. Nos pidieron escribir sobre si éramos hijos únicos o el lugar que ocupábamos en el número de hermanos, y si creíamos que esta posición había influido en nuestra vida. Recuerdo que me dió bastantes quebraderos de cabeza, no sólo por el idioma, sino también por el tema. Realmente, si hay alguna diferencia en el desarrollo según si eres el primero, el último o el de enmedio, no lo he notado. Según como se vea, o soy la última o la penúltima de mis hermanos. Estas categorías, cuando se habla de gemelos, son accesorias.

Hace uno o dos meses, ví un programa sobre gemelos en la televisión. Por fortuna ya había empezado cuando encendí la tele, porque me incomodó mucho. Ver parejas y parejas de gemelos idénticos ya mayores que viven juntos y se visten igual, me hace pensar en los circos antiguos donde se exhibía gente deforme. Parecía no sólo que se sentían a gusto en su "gemelidad" (yo también), sino que rechazaban de algún modo sentirse individuos. También me recuerda aquella fascinante y terrible película, Inseparables ("Dead ringers", de David Cronenberg), donde Jeremy Irons hacía el papel de dos gemelos ginecólogos a cual más loco.

Biológicamente soy igual que mi hermana, hasta extremos que no vale la pena comentar. Ella, que tiene formación científica, considera eso algo fundamental en nuestra existencia, más allá de genes, circunstancias médicas y demás. No niego que tiene sus ventajas: siempre hay donante, no hay incompatibilidades... También millares de artículos científicos tratan sobre enfermedades que afectan más a gemelos. Incluso hay en Suecia un registro nacional, muy interesante, que tiene como simpático logo un par de cerezas unidas por los tallos.

Pero sigo pensando, cuando ella y yo hablamos de esto, que somos individuos diferentes; hemos estudiado carreras distintas, somos sujetos independientes. Ni yo soy una excrecencia separada de su cuerpo mucho antes del parto, ni ella del mío. Tengo bastante con ser una excepción de la naturaleza (antes de la proliferación de embarazos múltiples por técnicas "in vitro") como para hacerme otras preguntas.

Y responder por enésima vez sobre telepatías y otras excentricidades ya me cansa. ¿Acaso la biología es tan poderosa que influye en el pensamiento? No lo sé.

Mis amigas recordaban una fiesta multitudinaria que hice, donde ellas la conocieron en persona. No imaginaban que fuera "tan igual", aunque sabían perfectamente de su existencia... Sí, tenemos amigos distintos. Alguna vez me voy con los suyos y ella viene con los míos.

Vivimos en ciudades distintas y no nos morimos por ello. Tan sólo cuando viene a pasar un fin de semana de vez en cuando, todo el mundo sabe que "no estoy" salvo para ella. Si se quieren apuntar al plan, estupendo. Si no, hay otros momentos.

Por otra parte, cuando he coincidido con otros gemelos, siempre hemos hablado de puntos comunes en la relación que tenemos con el otro. El asunto de la individualidad es algo que una persona no gemela ni se plantea, pero supongo que es muy habitual entre gente como nosotras.

3 comentarios:

Manuel Cortés Blanco dijo...

Hola Margarita... Como te dije, pienso asomarme a tu blog con regularidad y leer tus reflexiones.
Comparto la que haces sobre los gemelos y sobre ese programa al que haces referencia. No obstante en éste, como en tantos temas, resulta evidente que a la televisión sólo le interesa lo noticiable.
Un abrazo y nos seguimos leyendo.

Manuel.

Unknown dijo...

Excrecencia, excrecencia... ¿no había otro modo de decirlo?
Bueno, la verdad es que, como la otra parte integrante del duo, el que seas o no individuo y que te reconozcas como tal teniendo un gemelo creo que viene dado en gran medida por la educación que hayas tenido. Nuestros padres nos educaron en la individualidad aún sabiendo lo iguales que éramos y creo que eso nos ha evitado el horror de ser pasto de ese programa. No reniego de cierta conexión más intensa que la que se tiene con los otros hermanos, pero de ahí a la telepatía, va un trecho.
Lo que ya me mosquea más es es la gente me llame por TU nombre cuando no sabe de tu existencia...

Mon dijo...

Yo, que os conozco a las dos, opino que no os parecéis ni más ni menos que otros hermanos cualesquiera.