martes, 11 de noviembre de 2008

Músicas emocionantes

La semana pasada fui a dos conciertos en 24 horas, lo que no es muy habitual en mí.

El primero fue un concierto con música de Schubert, uno de mis compositores favoritos. Me gustó mucho, porque el cantante esta vez sí que estaba en buena forma. Además, no sonaron casi teléfonos en la sala, aunque las toses habituales siguen siendo demasiadas... Realmente, no entiendo a la gente que persiste en ir a un espectáculo si está enfermo. Y me molestan las toses, los comentarios, los móviles cuando voy a un concierto de música clásica, al cine o al teatro.

Se puede pensar que soy una histérica, pero no, es algo bien fácil; tiene que ver con la buena educación: Igual que cuando estamos escuchando a alguien a quien no conocemos hay que prestarle atención, y eso se hace en silencio. Luego ya puedes comentar lo que te parezca.

El segundo concierto fue el de Adriana Calcanhotto, una cantante y guitarrista brasileña que estaba de gira por España. Me interesaba ver cómo tocan dos de sus acompañantes, Doménico (percusionista) y Bruno (teclados), autor también de un blog llamado Instante posterior muy recomendable. He oído lo que han hecho en disco, pero tenía curiosidad por ver el directo. De ella no sabía casi nada, salvo que tiene una voz bonita.

Me lo pasé estupendamente y la amiga que venía conmigo, también. Bailé, canté, reí... ¿Es una contradicción con lo que he escrito dos párrafos antes? Creo que no. La música popular (no importa el estilo) tiene ese componente de "comunión con la feligresía" que suele ser muy gratificante. Reconozco que no lo cultivo mucho, pero es otro modo de salir feliz de un sitio, después de hora y media de buena música.

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