viernes, 10 de abril de 2009

Reflexiones peliculeras

Aprovechando que esta semana casi vacacional no he tenido "actividades extraescolares", esto es, clases por la tarde, ocupé la tarde del miércoles en ir a la Filmoteca y verme de una tacada un par de películas que quería recordar:

La primera es una película de Fritz Lang del año 1921, Der müde Tod, que ví en un agosto caluroso en 1985 ó 1986 y me dejó impresionada. Más allá del romanticismo exagerado de la historia (una recién casada hace lo posible y lo imposible por recuperar a su marido muerto: la Muerte le propone diversas pruebas para liberarle) y del exotismo años 20 de algunas partes, me apetecía buscar por qué tenía aquel recuerdo. El personaje es la Muerte, claro. No la presenta como un ser sediento de sangre y vidas, sino agobiado por el peso de su "oficio". No en vano el título de la película traducido exactamente es la muerte cansada y el actor que la encarna me parece fantástico (ya sabéis, muerte en alemán es de género masculino). Por supuesto que al final solté la lagrimilla de rigor, pero así es la vida.

Todo está muy sobreactuado, pero el cine mudo es así. Para hacerlo más curioso, proyectaron la película con acompañamiento de piano, como se hacía en tiempos. Tiene su gracia...

La otra película que ví es La maladie de Sachs, (Michel Deville, 1999). Cuando la ví por vez primera, me gustó mucho. De hecho, me compré el libro de Martin Winckler sobre el que se basa, y creo que el libro es mejor, sólo porque desarrolla más los personajes. Ahora que la he vuelto a ver, he recordado la causa de mi interés: lo primero es la banda sonora, que se circunscribe casi exclusivamente a Les élements de Jean-Fery Rebel. Esta música forma parte de mi vida desde mediados de los 80, es alucinante y la recomiendo, aunque no sé si estará disponible alguna grabación (creo que había tres en el mercado). Lo segundo es el actor protagonista, Albert Dupontel, que me parece muy bueno. Por desgracia, las películas más modernas que le he visto me han parecido mediocres, ni él consigue levantarlas.

Ah, y también me ha dado tiempo para leer un libro que recomiendo vivamente: Bossa nova: la historia y las historias, de Ruy Castro (Turner, 2008). No he leído el original en portugués (Chega de saudade: a história e as histórias da Bossa Nova, Companhia das Letras, 1990), pero con lo tiquismiquis que soy para las traducciones (algún día escribiré sobre esto) ésta me parece estupenda. Me he divertido muchísimo, me reía a placer y he aprendido un montón de cosas que no sabía. Las 500 páginas de texto, sin los índices ni los anexos, me han durado desde el miércoles a media mañana (cuando lo saqué de la biblioteca pública) hasta ayer por la noche, jueves. Vale que está profusamente ilustrado con fotografías (la más bizarra, una de Chet Baker anunciando corbatas), pero...

Quizá me estoy preparando para el concierto que va a dar João Gilberto en Madrid, y quiero "ponerme en situación" con tiempo, aunque le tenía echado el ojo al libro desde que salió traducido. Esperemos que el buen señor no decida que el público madrileño es muy ruidoso (que lo es) y se vaya nada más empezar.

Hasta el próximo.

1 comentario:

Manuel Cortés Blanco dijo...

Hola Marga:
He leído tu mensaje en mi blog y, en efecto, Estocolmo es una ciudad de cine. Lo pasamos fenomenal y Carmen-Jim fueron unos anfitriones de película.
Nos seguimos leyendo y no dejes de enviarme la programación de la biblioteca.
Mil sonrisas.

Manuel.