sábado, 3 de enero de 2009

El tiempo pasa... para todos

Después de los fastos del Primero de Año, siempre me acuerdo de mi época de estudiante en la Universidad, cuando tuve que estudiar Cronología, dentro de la asignatura de Paleografía. Y ¿a cuénto de qué viene esto? Pues a cuento de mi rechazo (ya lo anuncio) a celebrar nocheviejas, años nuevos y demás parientes.

Según el manual que he rescatado del armario, existían al menos seis formas establecidas de datar el principio del año, dentro siempre de la Era Cristiana, que es la que nosotros usamos: 1 de enero; 25 de diciembre; 25 de marzo; 1 de septiembre; 1 de marzo; 21 de marzo; 18 de marzo; 11 de agosto (San Tiburcio), aunque ésta sólo en Dinamarca durante el siglo XVI... Hay otra que me gusta más, que supone que el año empieza el domingo de Pascua de Resurrección, lo que quiere decir que cambia de día cada año. Mmm..., me salen al final ocho de uso general y la de San Tiburcio. Y eso por no hablar de otros calendarios como el romano, el griego, el chino o los precolombinos, claro.

Por supuesto, no me voy a entretener en explicar el por qué de cada una de las fechas que he escrito. Soy consciente de que es un tema para alguna curiosidad y poco más. Pido incluso excusas por lo extenso de la explicación.

A lo que voy. Si ni los que le dedicaron su tiempo se ponían de acuerdo en cuándo decidir el primero de año, no sé a qué viene tanta cosa de celebrar, atragantarse con uvas, vestir ropa interior roja, vestir de blanco, saltar varias veces las olas, tomar lentejas en la cena... Y sin embargo, sufro los petardos, la fiesta y todo lo demás con resignación, porque me acuesto más o menos a medianoche.

Los que me conocen, saben que yo tengo una visión más egocéntrica de los años que cumplimos. Para mí, el año comienza el dia del cumpleaños de cada cual. El año comienza no cuando el Estado o la Iglesia deciden, sino el día que nací yo, como la copla. Vale, es egoísta, ¿y qué?

Siempre felicito el nuevo año de mis amigos el dia que cumplen.
Creo que es más adecuado, aunque claro, no fecho las cartas como "Día 3º después de mi nacimiento" o cosa parecida y menos en asuntos oficiales. Ya me parecería de una soberbia más que tremenda y va en contra de todo eso de normalizar o estandarizar o tipificar, que por otra parte es muy típico de mi profesión.

Al fin y al cabo, esto no es nuevo. ¿Acaso no se ha tenido en cuenta desde tiempo inmemorial cuándo es la fecha del nacimiento de alguien? Se usa en todas las culturas. No creo en la astrología ni otras mancias, pero a la vista está que hay mucha gente que se hace cartas astrales, que mira sus negocios o sus matrimonios según las fechas de nacimiento...

Yo uso mi nacimiento de un modo distinto, pero igualmente tengo mis rituales de paso, aplicados a mi cumpleaños. No son los que todo el mundo usa en el año nuevo, pero son míos, y eso es lo que importa.

A pesar de todo lo escrito hasta ahora, no voy a ser tan descortés y maleducada como para no felicitaros el Año Nuevo 2009 a los que me leen (¿hay alguien ahí?) y desear que nos pase lo mejor, dentro de las circunstancias.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me gusta San Tiburcio... Creo que puestos a elegir, mejor que tenga un nombre sonoro y rarito. Se podría sugerir que el fin de Año siga siendo San Silvestre y el Primero de Año San Tiburcio. Y entre medias, je je, lo de siempre: la nada