domingo, 18 de enero de 2009

Nostalgia

Llevo unas cuantas entradas en "modo" nostálgico y sentimental, como se puede ver. Seguimos con la tendencia, a ver cuánto dura.

Hace unos días dieron por la televisión la estupenda película de Marco Tullio Giordana La meglio gioventù, que me encantó en su momento, y volví a quedarme hasta las tantas viéndola. Recuerdo que son dos partes, casi tres horas cada una. Me parece que estaba pensada en principio como serie de televisión, no lo puedo asegurar.

En la segunda parte, se escuchan dos preciosas canciones de Cesaria Evora (atención, la banda sonora es, a mi juicio, muy buena). Igual que cuando la ví en el cine, esas canciones me llevaron a la primera vez que las escuché, y ya no tuve frío, sino que me encontraba junto al mar en Almería, en un verano de calor sofocante, con Leila a mi lado. Hace como quince años...

Evidentemente, me compré el disco (que había grabado en cinta aquel verano -la Prehistoria tecnológica es así, señores-) en un par de días. Y lo llevo oyendo machaconamente desde entonces, alternado con Chico Buarque y un disco recopilatorio de soul de fabricación casera, regalo de una muy buena amiga. Ahora mismo, he decidido cambiar de tercio y estoy oyendo a Mozart, porque me siento un poco saturada ya. Mmm, quizá los vecinos también.

Supongo que todos somos sensibles a los recuerdos que nos traen las músicas. Me refiero a que no creo ser la única que asocia músicas con un pasado personal, y no sólo es el play it again, Sam o cosa parecida. También es la melodía que oyes en la radio o esa que se te mete insidiosa en la cabeza y no dejas de tararear... A veces nos avergonzamos (¿o no?) de lo que llegamos a asimilar.

Pienso que puedo identificar momentos de mi vida sólo por la música que oía entonces. La pena es que no puedo hacer lo mismo, no en igual medida, con las comidas que he degustado o que he preparado. Si no llevan buena música asociada, caen casi sin remedio en el olvido.

Suelo ser nostálgica, no porque piense que cualquiera tiempo pasado fue mejor sino por "deformación profesional". Me explico: El pasado es lo único que realmente existe, puesto que fue. Y el futuro es ignoto; el presente se convierte enseguida en pasado, así que...

Lo bueno del pasado es que cada uno lo cuenta según le ha ido y eso tiene para mí cierto encanto; parece ser que solemos recordar más los momentos agradables. Recordamos el tiempo pasado como mejor y ahí sí que seguimos al poeta.

Pero no me deprime, todo lo contrario. Volvería a vivir feliz en mi infancia y en la época de mis estudios en la Universidad, los grandes capítulos en la historia de mi vida, cuando realmente "me pasaban cosas". Todo lo que vino después es sólo un epílogo, por el momento; algo sin mucha sustancia que construye una existencia algo anodina.

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