domingo, 28 de febrero de 2010

Carnaval, carnaval

Hola: Llevo bastante tiempo sin escribir blogusinos, mi vida está siendo bastante agitada y agobiante desde hace... varios meses.

Pero con éste que os presento quiero desquitarme. Ya sé, ya sé que el Carnaval ha pasado hace varias semanas, pero me sorprendió una noticia que leí en un periódico español sobre el Carnaval de Rio de Janeiro.

Resulta que una importante escuela de samba de allí tuvo la feliz idea de dedicar su desfile de carnaval al Quijote. Hasta ahí, todo estupendo.

Por lo visto, se han llevado una gran decepción (y no sé si al final dedicaron al pobre hidalgo el desfile), porque ni las instituciones españolas ni las empresas les han dado apoyo económico. La cantidad de dinero que precisan es enorme y parece que tienen que buscar patrocinadores en donde sea, a cambio de un buen rato de publicidad y gloria en el Sambódromo.

Supongo que en Cádiz o en Canarias, donde la tradición festiva del Carnaval es fuerte, entienden perfectamente el chasco de los cariocas. Aquí en Madrid, que estamos picados de curiosidad por otras cosas, se nos hace más cuesta arriba.

Me imagino los titulares de periódicos españoles y a algunos políticos poniendo el grito en el cielo si al Instituto Cervantes o al Centro de Promoción del Libro se les hubiera ocurrido rascar un poco del presupuesto para este homenaje cervantino-tropical. El mínimo comentario hubiera sido algo como "El gobierno derrocha en los Carnavales de Rio mientras la crisis se ceba con España".

Apuntar como generoso contribuyente a la fiesta a un país supuestamente desarrollado, con 40 millones de habitantes y 4 de parados, es muy cándido por su parte, aunque loable el interés por nuestra literatura. Personalmente, me hubiera encantado que esa escuela saliera con su carrozas, su Quijote, Sancho, Dulcinea y demás, pero creo que han errado el tiro, por lo menos con respecto a las instituciones.

En España la cultura es un bien poco preciado, y el Quijote es un libro que está en el imaginario... pero sólo en el imaginario: ya me gustaría saber cuántos de esos 40 millones se lo han leído (y lo han entendido, que es lo difícil si te lo embuten de primeras a los 15 años, como me ocurrió a mí).

Recuerdo con muchísima pena cuando para celebrar el centenario, se ofrecía el libro en fascículos con uno de los periódicos gratuitos que dan en el metro.

La pena me la producía ver cómo los andenes estaban, a primera hora de la mañana, llenos de los susodichos fascículos tirados por el suelo. Una cantidad ingente de dinero desperdiciado y una demostración palmaria de que la cultura gratis acaba por los suelos, y eso no quiere decir que me guste la SGAE, ni mucho menos, sino que hay que dar cultura en su justo precio.

Dentro de ese justo precio están las bibliotecas, que se pagan con los impuestos (y que deberían estar eximidas del canon por uso)... Perdón por el inciso.

Sin embargo, sería maravilloso si la escuela de samba tomara como base para sus desfiles un libro extranjero cada año: Hamlet, Eugenio Oneguin, Gargantúa y Pantagruel, la Odisea (imaginad a las chicas de la escola vestidas de sirenas...). Si tienen ojo en mirar hacia un país sin crisis (en todos los sentidos), a lo mejor tienen suerte.

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